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La fuerza del diálogo

Los países más ricos han sido los primeros en reaccionar y negocian pactos sociales

Los países comunitarios más ricos también están sufriendo un grave aumento del paro, pero han sido los primeros en reaccionar y en buscar soluciones mediante pactos entre los gobiernos, las patronales, los sindicatos y, en algunos casos, con el apoyo de la oposición. Alemania tiene ya su pacto de solidaridad y ahora siguen su ejemplo Bélgica, Dinamarca y Holanda.En Bélgica, con una tasa de desempleo del 11,3%, la concertación sobre el paro pretende intensificar la contratación de jóvenes desempleados a cambio de una reducción en las cotizaciones sociales de las empresas. Patronal y sindicatos van a estudiar la competitividad de los salarios en relación a los países vecinos, aunque hay un tema casi tabú: la desindexación de los salarios, considerada casus belli por las centrales. La actual fase de diálogo es la continuación de los acuerdos interprofesionales de moderación salarial firmados a finales del pasado año.

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Un futuro incierto

Empresarios y trabajadores tenían previsto sentarse a negociar el pacto sobre empleo el próximo 30 de marzo, pero todo está ahora entre paréntesis tras la crisis de gobierno abierta el pasado martes por las divergencias presupuestarias entre los socios de la coalición. Uno de ellos, el Partido Socialista, francófono, se niega a aceptar la desindexación de los salarios respecto a los precios, cosa que conduciría a recortar el prespuesto del Estado en 35.000 millones de francos belgas (119.000 millones de pesetas). El corte global preconizado por el Gobierno de Jean-Luc Dehaene para empezar a cumplir los objetivos de Maastricht es de 110.000 millones de francos belgas (374.000 millones de pesetas).

La economía de Dinamarca es una de las más saludables de la CE y, el paro, su gran problema. Un 12% de sus 2,9 millones de trabajadores está sin empleo y los pronósticos son poco halagüeños; se prevé que al menos 50.000 personas más irán al paro este año. El nuevo Gobierno que encabeza el socialdemócrata Poul Nyrup Rasmussen, se ha propuesto, como sus predecesores, acabar con el elevado índice de desempleo y ha puesto un gran énfasis en el problema no sólo a nivel nacional, sino también comunitario.

El Ejecutivo ultima, en estos días, un plan para la creación de empleo que será presentado probablemente a finales de abril en el Parlamento, y que ha sido discutido con sindicatos y empresarios, aunque no negociado. Está previsto que el plan entre en vigor el 1 de enero de 1994. Este proyecto implica una gran reforma en el sistema, ya que se propone descentralizar el problema para llevarlo a nivel regional y local adecuando la fuerza de trabajo al mercado laboral en cada zona del país.

Se pretende así reducir el periodo de inactividad de los parados ofreciéndoles cursos educativos que les preparen para desempeñar los trabajos que más se necesitan en una determinada área de Dinamarca. Aunque el Gobierno se ha negado hasta ahora a dar cifras sobre el número de empleos que se crearán, se espera que cerca de 50.000 personas conseguirán trabajo o estarán preparándose para ello.

El desempleo en Alemania ha alcanzado ya el nivel más alto de la posguerra. La dimensión del problema es tal que una de las pretensiones no logradas del Gobierno del canciller Helmut Kohl cuando negociaba el pacto de solidaridad, era reducir las prestaciones de desempleo y las ayudas a los parados de larga duración, para intentar evitar la bancarrota del seguro de paro. Para hacerse una idea de hasta qué punto existe fraude en el uso de esta red social, baste decir que el ministro de Hacienda, Theo Waigel, ha asegurado que, simplemente con un mayor control del fraude se podrían ahorrar 9.000 millones de marcos anuales (unos 600.000 millones de pesetas).

En enero, en la parte occidental del país, el desempleo había alcanzado un 6,6%, lo que equivale a 1,81 millones de personas, y en febrero llegó a los dos millones. La situación es mucho más dramática en la antigua RDA, donde la cifra oficial pasó de un 10,3% a un 14,8%, cerca de un millón de personas. Los datos oficiales, sin embargo, no incluyen a los casi dos millones de trabajadores que ostentan puestos de trabajo ficticios financiados por el Tesoro público.

En Holanda "la situación económica se presenta difícil pero quizá no tan oscura como en otros países europeos", sentencia Johan van Rens, dirigente de la Federación Holandesa de Sindicatos (FNV). Aunque las previsiones para este año tampoco son muy halagüeñas, las centrales reconocen que están obligadas a cooperar con el Gobierno. Le necesitan. "La mejor forma de obtener buenos resultados es mantener con él una especie de relación profesional, de negocios casi", añade.

Patronal, sindicatos y Gobierno han cerrado filas en Holanda en torno a la necesidad de un mercado comunitario para poder mantener el desarrollo económico. Nadie discute tampoco la pésima situación atravesada por empresas tan señeras como Philips, Daf, Fokker o Altos Hornos. Cuatro ejemplos de la electrónica, automoción, aeronáutica o el sector del metal que han disparado las cifras de desempleo. El mismo afecta a unas 370.000 personas, el 7,5% de la población activa y no parece que vaya a remitir por el momento. "Tenemos los mismos problemas que otros países de Europa occidental, aunque ahora el florín esté fuerte y la inflación no resulte excesiva", dice Van Rens. Y luego concluye: "organizaremos manifestaciones contra el Gobierno siempre que sea preciso, pero en las negociaciones que afectan a la economía nacional hay que operar juntos".

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