El Elíseo en la mirada

Los partidos franceses son muy conscientes de que las legislativas tan sólo abren una fase de transición. En el horizonte despunta ya la próxima elección presidencial, que se celebrará, lo más tarde, en la primera mitad de 1995. Así que los grandes líderes se sitúan en esa perspectiva. Jacques Chirac no desea asumir el puesto de futuro primer ministro porque teme quemarse y perder su actual condición de candidato favorito de la derecha. Por el contrario, Valéry Giscard d'Estaing aceptaría encantado ser el próximo titular del palacio de Matignon, puesto que quizá de ese modo podría recuperar la ventaja que le lleva Chirac.En cualquier caso, Chirac y Giscard están de acuerdo en que la segunda cohabitación de un Gobierno de centroderecha con FranQois Mitterrand debe ser más dura que la primera, la de 1986-1988. El pasado viernes, Chirac afirmó que, en caso de victoria del centro derecha en las legislativas, Mitterrand no deberá tener "la preeminencia" ni tan siquiera en materia de política exterior, uno de los cotos privados del presidente francés.

Esta "preeminencia", según Chirac, es Iegítima cuando el presidente es también el jefe de la mayoría. Pero cuando no lo es, sus poderes deben ser limitados estrechamente". Chirac también anunció días duros para la construcción europea, el último gran caballo de batalla de Mitterrand. El líder gaullista reiteró que Francia se opondrá al acuerdo agrícola del GATT sin temor a "una crisis europea" o a "un pulso con Estados Unidos".

El campo socialista también está obsesionado por la próxima presidencial. Michel Rocard se ha desmarcado de Mitterrand a fin de salvar su propio porvenir político. Rocard tendrá que hacer encaje de bolillos para arrastrar al terriblemente dividido y muy desmoralizado Partido Socialista y seducir a ecologistas, centristas y comunistas, la mayoría que aspira a encabezar en su conquista del Elíseo.