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El congreso internacional de toxicomanía aconseja el consumo 'seguro' de drogas para combatirlas

Isabel Ferrer

Hay que aceptar como algo inherente a la sociedad actual la presencia del usuario de drogas legales (alcohol) e ¡legales (cocaína, heroína). Instruir para que se haga un consumo seguro puede convertirse en la mejor forma de combatir la drogadicción misma y la mejor herramienta para los expertos que luchan contra los daños personales, familiares y sociales de la toxicomanía. Con esta conclusión acaba de clausurarse en Rotterdam (Holanda) la IV Conferencia Internacional para la reducción de los efectos adversos de la droga.

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Los límites de la metadona y la cárcel

Ninguno de los 800 participantes del encuentro, llegados de 40 países, trató de frenar la lucha contra el tráfico internacional de drogas. Sin embargo, el consumo se ligó más a la rehabilitación del drogadicto y sus ventajas para el entorno que al simple intento de apartarlo de ellas. John Ball, miembro del Centro de Investigación sobre la Adicción de Baltimore (EE UU), demostró que los tratamientos continuados con metadona reducen tanto el consumo de drogas intravenosas como el crimen asociado a su adquisición.Los expertos han coincidido en señalar en Rotterdam que lo que necesita el drogadicto es ayuda y no penas de cárcel. Para ello hay que aunar los esfuerzos de asistentes sociales, policía y los propios consumidores de droga.

Entre los ejemplos ofrecidos destacan los programas para drogadictos que delinquen y optan por ingresar en un centro de desintoxicación en vez de cumplir condena en prisión. La ciudad holandesa ha sido una de las primeras en incorporar pabellones de tratamiento a los centros de detención. El ingresado debe someterse a análisis periódicos de orina para comprobar que ya no usa drogas. Los cursillos de reintegración social, deporte, trabajo manual o yoga pueden ser seguidos de forma voluntaria. Una vez transcurrido el plazo de la pena impuesta por el juez, regresa a la vida cotidiana.

Aprovechar al propio drogadicto como intermediario para emitir mensajes preventivos también fue presentado como un ejercicio alentador. Pueden ofrecer información acerca de los riesgos del uso comunitario de jeringuillas dentro de sus propios círculos. También es posible animar así la práctica del sexo seguro entre grupos de seropositivos. Aunque estos intentos se encuentran aún en fase de experimentación, los primeros resultados mostrados en Holanda fueron muy positivos para los asistentes sociales.

La polémica del 'éxtasis'

Una de las situaciones más preocupantes la presenta ahora el centro y este de Europa. Sus redes sanitarias no están aún preparadas para enfrentarse a grupos cada vez más numerosos de drogadictos que adquieren los productos fuera del país y padecen sus efectos en casa. Tampoco la asistencia social se ha desarrollado allí lo suficiente como para ayudar a sus familias.

La mayor polémica del congreso ha sido la intervención del científico norteamericano Alexander Shulgin, experto en la investigación de sustancias psicoactivas como el éxtasis. En su ponencia dijo que la toxicidad de esta droga es "mucho más suave" que la del alcohol, tabaco, heroína o cocaína. Shulgin sostiene que productos como éste pueden servir para estudiar la mente, "porque distorsionan o refuerzan sus funciones". Aunque no negó los casos mortales registrados en EE UU y el Reino Unido tras el consumo de éxtasis, matizó que los adolescentes fallecidos habían consumido también otras cosas y, sobre todo, habían bailado largas horas en espacios con poco oxígeno.

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