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La pesadilla de Gaza

Militares israelíes piensan que es necesario abandonar la franja ocupada

"Gaza es una pesadilla de la que es imposible despertar", dice un joven reservista israelí que ha concluido 30 días de servicio en la franja ocupada de Gaza. Las calles de la ciudad de Gaza (250.000 habitantes) están prácticamente desiertas. Todo está en calma. No se ve un solo soldado israelí. Diez kilómetros más allá, en la localidad de Jan Yunis, se vive el infierno. En los últimos tres días, los enfrentamientos entre soldados israelíes y palestinos han causado cuatro muertos y más de 200 heridos, todos palestinos. Ni un herido entre los soldados israelíes.

¿Qué ha ocurrido? Después de dos años de calma relativa y tras el asesinato de un colono judío por dos jóvenes en Jan Yunis, el Ejército entró por la fuerza en el pueblo y erigió un nuevo puesto de vigilancia militar. "Fue el detonante de la explosión", dice un comerciante palestino. Los notables de Jan Yunis han enviado mensajes al alto mando israelí para que retire las tropas. "Entonces, todo se calmará", dicen.¿Cómo se puede dar la orden de retirada sin que parezca una capitulación ante los miles de jóvenes palestinos que aparecen por todas partes, en pequeños grupos, y que lanzan piedras y levantan barricadas? "Hay que abandonar Gaza", dice el reservista, "cueste lo que cueste. Pagamos un precio más elevado quedándonos que marchándonos". Yassi Sarid, ministro del Meretz (izquierda sionista) propone entregar Gaza a la Organización para la Liberación de Palestina (OLP)

Para encontrar al doctor Heider Abdel Shafi, jefe de la delegación palestina que negocia con Israel, hay que dejar el vehículo, con matrícula de Israel, en el puesto de control de Erez y coger un taxi palestino de Gaza, enviado por el doctor. Nos recibe en su oficina del Creciente Rojo. A la pregunta de si le produce cierto placer ver que los israelíes sienten miedo hoy en Gaza, contesta: "En absoluto. Espero con impaciencia el día en que nadie, ni palestinos, ni israelíes, vivan con el miedo".

Poco después de la entrevista, el doctor Abdel Shafi escapó por poco a una ráfaga de metralleta que mató a uno de sus acompañantes. El Ejército afirma que los palestinos son los responsables del atentado. Abdel Shafl acusa a los soldados israelíes.

"Apruebo la Intifada, la revuelta de mi pueblo contra un ocupante extranjero, en todas sus formas. Pero deploro y condeno la muerte de víctimas inocentes, de ambos bandos". En su opinión, la oleada reciente de apuñalamientos no es el resultado de una estrategia organizada ni por la OLP ni por Hamás. Se trata, dice, de actos desesperados de individuos aislados, pero estos actos son el resultado de la frustración y la desesperación colectiva de los palestinos que viven desde hace 26 años bajo una ocupación militar.

El mismo diagnóstico hace el doctor Fadel Abu Hin, psicólogo de 34 años, que dirige desde hace tres años el centro de salud mental en Gaza. Un ejemplo: un palestino de 19 años, Ziad Silmi, llegó al centro con una depresión profunda tras vivir una experiencia traumática. El 7 de febrero un grupo de soldados israelíes que perseguía a varios sospechosos que se resistían a entregarse destruyó 20 viviendas con lanzagranadas, entre ellas la de Ziad Silmi. El joven palestino está obsesionado con la venganza. Hace dos años, un israelí disparó varias ráfagas contra un grupo de trabajadores palestinos en Rishon-le-Sion, en el centro de Israel. Hubo siete muertos, entre ellos el hermano mayor de Ziad. "O mato a un judío o me suicido", le repetía al psicólogo. Una semana después, se marchó de Gaza en taxi. Llegó al centro de Tel Aviv y con dos grandes cuchillos empezó a apuñalar a los transeúntes. Dos muertos y nueve heridos.

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Los soldados israelíes en la franja de Gaza han recibido la autorización del comandante de la región sur, general Matan Vilnai, para disparar sin dudar cuando se sientan en peligro. "Si tenéis alguna duda, no os equivoquéis. Disparad sin piedad. Hacerlo de manera profesional y con las balas necesarias", dice la orden.

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