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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La recesión ya está aquí

LAS CIFRAS de la Contabilidad Nacional correspondientes al cuarto trimestre del pasado año han confirmado las estimaciones que desde hacía tiempo eran asumidas como datos: la economía española registró en ese periodo, por primera vez desde 1981, una tasa de crecimiento negativa. El producto interior bruto (PIB) en ese trimestre decreció un 0,2%, situándose la tasa correspondiente para el conjunto del año en un 1%, distante de las sucesivas previsiones realizadas por el Ministerio de Economía. La intensa desaceleración de la inversión en esos últimos meses del año y la adversa evolución del sector exterior son las causas principales de este cuadro.Como ha reconocido el propio ministro de Economía, el crecimiento seguirá siendo negativo al menos en el primer trimestre de este año, y se seguirá perdiendo empleo. Así lo confirma ya la evolución del paro registrado en las oficinas del Inem al término del mes de febrero; el aumento en 48.888 personas sitúa la cifra total de paro registrado en 2.471.412 desempleados, el 16,3% de la población activa. Las diferencias entre esas cifras y las más elevadas de la Encuesta de Población Activa, siendo significativas, no pueden servir de paliativo de la gravedad de ese impacto que la recesión tiene sobre nuestro mercado de trabajo. La cuestión relevante ahora no es el grado de precisión de unas cifras u otras, de significación escasa en la modificación del diagnóstico, sino la disposición a asumir las responsabilidades de cada uno para evitar el deterioro adicional de esa situación.

Que la recuperación de la economía española, dado su elevado grado de integración internacional, depende en escasa medida de actuaciones unilaterales del Gobierno es un hecho que es necesario asumir, so pena de incurrir en errores de sobrada evidencia empírica en nuestra historia económica. Pero el reconocimiento de ese limitado margen para anticipar la recuperación del crecimiento económico no debe impedir a este Gobierno, que ha decidido seguir siéndolo hasta el final de la legislatura, abordar las no pocas tareas pendientes en la dirección de la reforma del funcionamiento de la economía: sobre todo en la eliminación de sus numerosos obstáculos estructurales.

Tan importante como esto es evitar la introducción de elementos adicionales de incertidumbre a los no pocos que hoy genera el entorno internacional y la situación política española. Esta consideración debería ser igualmente aplicable a los partidos de la oposición en medida proporcional a sus expectativas de convertirse en alternativa al actual Gobierno.

A juzgar por los enunciados de algunos de sus dirigentes, el Partido Popular parece más interesado en minar la confianza en la economía española que en demostrar su capacidad para asumir la responsabilidad de su conducción futura. No sólo por las incógnitas que siguen abiertas respecto a su posición ante determinados problemas, sino por las contradictorias tomas de posición que contribuyen a agravar las incertidumbres y a deteriorar las expectativas de los agentes económicos dentro y fuera de nuestro país. Frente a la comprensible insistencia del Gobierno en respetar la disciplina cambiaria europea y condicionar a ella cualquier actuación expansiva, los enunciados del Partido Popular, cuando no brillan por su ausencia, lo hacen reverberando preocupantes destellos de las más insensatas reclamaciones del presidente de la patronal CEOE. En las circunstancias actuales, las dificultades para un consenso amplio sobre la articulación de vías que reduzcan la incertidumbre de los agentes económicos no deberían impedir el mínimo ejercicio de responsabilidad que esta confirmada recesión exige.

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