_
_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Un acuerdo inaceptable

Analiza y argumenta el articulista los, a su juicio, defectos del acuerdo establecido por UGT, CC OO y PSOE para modificar el proyecto de ley de huelga. Al mismo tiempo, responde a las por él consideradas graves inexactitudes en las que incurre José Barrionuevo, negociador del Grupo Parlamentario Socialista en el citado acuerdo, en su artículo sobre el polémico pacto.

Me acojo a la hospitalidad del diario EL PAÍS para responder a algunas de las afirmaciones que sobre el acuerdo entre PSOE, CC OO y UGT para modificar el proyecto de ley de huelga vertía en estas mismas páginas José Barrionuevo el pasado día 16 de enero, sin duda en su condición de principal negociador del acuerdo por parte del Grupo Parlamentario Socialista.La CEOE ya ha manifestado reiteradamente su oposición a este acuerdo y a las modificaciones que del mismo resultan, tanto por la forma, marginando ostensiblemente a los representantes empresariales, como por su contenido, que configura el ejercicio del derecho de huelga como algo que se puede instrumentar en cualquier momento contra las empresas y los ciudadanos. Sin embargo, no podemos dejar de responder a algunas graves inexactitudes en las que incurre el señor Barrionuevo y en las que además implica claramente a la CEOE.

Como, por ejemplo, cuando, refiriéndose al procedimiento que se utilizó para llegar al acuerdo, afirma el señor Barrionuevo: "Antes de alcanzar el acuerdo, el Grupo Socialista también se reunió con una representación de la CEOE". Ello es cierto, pero habría que añadir que en esa reunión los interlocutores del Grupo Socialista se negaron de manera contumaz a dar información a la CEOE sobre el contenido del acuerdo que se estaba fraguando, hasta el punto de que la CEOE lo conoció cuando se publicó en los periódicos, y se limitaron a afirmar que las modificaciones apenas afectaban al proyecto original, que era básicamente el mismo. La realidad es que el acuerdo modificaba totalmente el proyecto, hasta el punto de que una ley al parecer inaceptable pata los sindicatos se convertía en otra muy distinta y plenamente respaldada y admitida por esos mismos sindicatos.Enmascaramiento

A continuación, el señor Barrionuevo afirma que "con posterioridad se ha propuesto la celebración de varios encuentros (entre PSOE y CEOE), sin que los dirigentes empresariales se hayan dignado contestar". De aquí se' podría deducir que los representantes de la CEOE se quejan por el placer de quejarse, y que, sin embargo, tienen abierta la posibilidad de negociar también sus propias aportaciones al acuerdo. Todo es falso. Efectivamente, una vez perpetrado el acuerdo, el señor Barrionuevo se dirigió a la CEOE para mantener, si lo deseábamos, nuevas reuniones, siempre y cuando no se cambiara una sola coma del contenido pactado con los sindicatos. En pocas palabras, se trataba de que la CEOE colaborase en una mera operación de enmascaramiento con vistas a la galería, según la cual habríamos sido llamados también a negociar, cuando tal negociación estaba absolutamente impedida.

Si ya es lesivo para los empresarios que sean marginados como parte a la hora de negociar sobre un asunto que les afecta, el prestarse a esta tarea de imagen sirviendo de comparsas y apareciendo encima como presuntos negociadores es de todo punto, y lógicamente, inadmisible. Ahora bien, si hay algo de verdad en las palabras del señor Barrionuevo, le hago públicamente una oferta: la CEOE estará encantada de sentarse a negociar realmente con el Grupo Parlamentario Socialista sobre el proyecto modificado de ley de huelga si el señor Barrionuevo declara públicamente que tal negociación puede llevar a introducir cambios en el acuerdo y, consecuentemente, en el proyecto en trámite parlamentario. Si es de otra forma, para hacerse una foto no vale la pena ninguna reunión, que además confundiría a la opinión pública.Por lo demás, y para no repetir argumentos que la CEOE ya ha explicado, cabría centrarse en el interés que tiene el señor Barrionuevo para dar la impresión de que el proyecto está siendo aceptado por los demás grupos parlamentarios, cuando es un hecho que ya se han manifestado en contra muchos de ellos, como el PP o CiU, de la misma forma que lo ha hecho el Ministerio de Economía en informaciones y documentos que no han sido desmentidos, donde además abogaba por la modificación de lo que ya modificaba el acuerdo. Y puestos a desmentir, son los propios sindicatos, y concretamente José María Zufiaur, quienes desmienten en EL PAÍS a José Barrionuevo cuando afirmaba que "los piquetes, tan traídos y llevados, no se mencionan en el proyecto de ley".Los piquetesDesmintiendo esa afirmación, José María Zufiaur invertía dos artículos completos en EL PAÍS para explicar que una de las novedades del acuerdo UGT-CC OO-PSOE era precisamente el reconocimiento explícito del "piquete de huelga", tal y como se recoge en el artículo 7.1 del texto modificado, cuando se establece que los convocantes de la huelga tienen derecho a rea izar labores de extensión de la huelga, evitar actuaciones contrarias al derecho de huelga, efectuar publicidad de la convocatoria y recoger fondos para la misma.

Como se ve, no es necesario mencionar la palabra piquete cuando el elenco de actividades queda tan tipificado y protegido en la ley. Los empresarios estamos esperando conocer qué significa esa frase: Iabores de extensión de la huelga", ya que no significa informar sobre la misma (que eso queda tipificado unas líneas después) ni recoger fondos (por igual motivo). De la misma forma, "evitar actuaciones contrarias al ejercicio del derecho de huelga" tiene una acepción agresiva que es difícil ignorar por mucho que la ley haga protestas de "actuaciones pacíficas". En cualquier caso, este artículo no estaría equilibrado si a continuación no se dijera que las empresas tienen derecho a "realizar labores de reducción de la huelga" o a "evitar actuaciones contrarias al ejercicio del derecho al trabajo", lo que es sin duda más necesario, como saben muy bien todos los ciudadanos.

Pero esto no es más que un botón de muestra. El desgraciado acuerdo recoge muchos más puntos inaceptables (ocupación de locales, imposibilidad de sancionar con el despido a participantes en huelgas ilegales, posibilidad de ponerse en huelga sin cumplir los plazos de preaviso establecidos, posibilidad de convocar huelgas en sectores donde se carece de representatividad, etcétera).

En resumen, la única demagogia que se hace con este acuerdo es la que practica el propio ponente de la ley, que faltando a la verdad y a los usos democráticos margina clamorosamente a uno de los interlocutores sociales y modifica un texto legal en trámite de manera lesiva para las empresas y los ciudadanos, con una finalidad política y electoral evidente.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_