Solana recomienda a Pujol una mayor coordinación en sus salidas al extranjero

El Ministerio de Asuntos Exteriores desea una mayor coordinación en las salidas de los presidentes de las comunidades autónomas al extranjero y que estas se efectúen en concordancia con los intereses globales de España. Así se lo expuso el pasado jueves el titular del departamento Javier Solana al presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, durante una cena que celebraron en Madrid. Pujol que se mueve siempre en el límite en los asuntos relacionados con la proyección autónoma en el extranjero no piensa renunciar a su diplomacia paralela que tan buenos resultados le ha dado a la hora de cerrar la lista de entrevistas con personalidades de los países que ha visitado.Difícilmente Pujol podrá mantener con el actual ministro de Exteriores el grado de complicidad que durante muchos años mantuvo con Francisco Fernández Ordoñez. Aunque la comunicación entre el presidente catalán y Solana es correcta, en medios de la Administración autonómica se ha constatado ya que el ministro es "mucho más sensible" a las críticas que desde el PSOE se han formulado tradicionalmente a la proyección exterior de las autonomías.

El nuevo equipo de Exteriores desea, según fuentes de la Generalitat, un, mayor control de los viajes de los presidentes autonómicos y defiende en esa línea que las entrevistas que mantienen los responsables de las autonomías sean gestionadas exclusivamente por las cancillerías españolas. Pujol ya ha hecho, saber a sus colaboradores que no comparte esta filosofía, aunque no se opone "a una coordinación técnica".

'Diplomacia paralela'

En ningún caso parece dispuesto Pujol a reconducir la actividad de su diplomacia paralela que cierra siempre las agendas de entrevistas del presidente de la Generalitat. Este guarda algún mal recuerdo de viajes al extranjero en que el peso de sus contactos políticos ha quedado exclusivamente en manos de los embajadores de España. En concreto, del que realizó a EE UU en febrero de 1990 y en el que pudo saludar al entonces presidente, George Bush, tan sólo gracias a los buenos oficios del lobby (grupo de presión) del hispano Gabriel Guerra.