La amenaza de guerra en los Balcanes
En la ex Yugoslavia, situada en el centro de Europa, continente que se considera la cuna de la civilización y el adalid de los derechos humanos, se está librando una campaña genocida. Y además existe el riesgo de que, si este conflicto no se resuelve en el marco europeo, se propague a otras partes del mundo.Me temo que si hoy fracasamos en Bosnia no sólo perderemos una batalla, sino también la posibilidad de alcanzar la paz en el umbral del siglo XXI. En esta crisis Europa ha demostrado ineptitud y la marcha de los acontecimientos prueba que, en momentos tan críticos, sólo Estados Unidos puede forjar coaliciones y promover la intervención de Naciones Unidas.
Cuando Yugoslavia comenzaba a desintegrarse mantuve discusiones con los presidentes de Bosnia y de Macedonia, que en aquel momento preferían la fórmula de una federación muy flexible entre las repúblicas a la de la independencia. Confiaba en que podría llegarse a un acuerdo, pues aquél era el momento justo para encontrar una solución política al problema. Se hubiera podido lograr una desintegración pacífica de Yugoslavia en el cauce de una federación abierta, como ha ocurrido en la Unión Soviética. Pero el reconocimiento prematuro de Eslovenia y Croacia por parte de la Comunidad Europea acabó con estas esperanzas.
La historia se estaba repitiendo. Eslovenia y Croacia formaron parte de la esfera de influencia del Imperio Austrohúngaro, mientras los Estados del sur de Yugoslavia estaban en la órbita del Imperio Otomano. En mi opinión, al promover el reconocimiento de Croacia y Eslovenia, Alemania estaba actuando desde esa perspectiva.
Una vez que estos Estados obtuvieron el reconocimiento y el conflicto abarcó a Bosnia, la solución política era ya imposible. El de por sí delicado equilibrio regional había sido alterado, y con la guerra en Bosnia los serbios agravaron la situación.
Si se quiere lograr una solución política, hay que restaurar un equilibrio.
El antagonismo entre el capitalismo y el comunismo ha dejado paso a un conflicto religioso, que es mucho mas peligroso. En el mundo musulmán, como comprobé directamente en la conferencia islámica celebrada en Senegal, se piensa que Occidente no mide todos los conflictos internacionales con la misma vara, y que con tal comportamiento no ayuda a los regímenes moderados en los países afectados, sino más bien a los intransigentes.
¿Cómo se explica la decisión de Naciones Unidas de prohibir los vuelos en Irak y no en Bosnia? En el mundo islámico se piensa que si los musulmanes bosnios tuvieran el mismo poder del que gozan los serbios, las decisiones de la ONU serían diferentes.
Así se abona el terreno para el fortalecimiento del fundamentalismo y, mientras no se corrija esa orientación, los fundamentalistas y los radicales seguirán ganando terreno en el mundo islámico.
Los fundamentalistas afirman que las acciones de los aliados en contra de Irak perjudican a los musulmanes y favorecen los intereses occidentales, mientras la inacción de Occidente en relación a Bosnia-Herzegovina y a los palestinos deportados por Israel también es adversa a los musulmanes. El hecho de que durante nueve meses se haya cometido un genocidio en Bosnia sin que mediara una intervención para poner coto a los serbios reviste de veracidad tales denuncias y debilita la credibilidad de Naciones Unidas y de las organizaciones internacionales.
El presidente francés, Mitterrand, me dijo en una reciente discusión que no podía comprender la actitud de los serbios, pues ya se habían apoderado del territorio que deseaban y habían completado la depuración étnica, y sin embargo continuaban la guerra.
Traté de explicarle que el problema tiene profundas raíces históricas. Los otomanos se establecieron en Anatolia a principios del siglo XIII y a mediados del siglo siguiente ya dominaban Bulgaria, Grecía y buena parte de Rumania, Albania, Serbia -con excepción de Belgrado- y Bosnia-Herzegovina.
Los sultanes otomanos emprendieron un programa de emigraciones masivas: asentaron colonias de turcomanos en los Balcanes para asegurarse el control de la región, al tiempo que trasladaron a numerosos campesinos cristianos de los Balcanes a Anatolia.
Los serbios todavía llaman turcos a los bosnios y, al parecer, consideran que éste es el ataque, final que les permitirá deshacerse de ellos. Por ello se trata de una campaña genocida, carente de estrategia o de lógica.
Ésta es la tercera vez en la historia que los bosnios padecen matanzas, pero en esta oportunidad están defendiéndose encarnizadamente. Si se les suministrasen armas, podrían alcanzar un equilibrio militar con los serbios que permitiría sentar las bases para la negociación de una paz justa.
No hace falta instalar fuerzas terrestres en Bosnia. La fuerza aérea puede destruir las armas pesadas y algunas instalaciones militares. Si tuviesen armas, los bosnios podrían salvarse por sí mismos. Pero la prolongación de esta tragedia puede provocar otros conflictos, como la extensión de las hostilidades a Kosovo y Macedonia, y desatar una guerra generalizada en los Balcanes.
Aun cuando anhelo que la conferencia internacional sobre la ex Yugoslavia registre progresos, las experiencias vividas me hacen pensar que esto no se logrará mientras continúen las condiciones actuales. No hay más que pensar que ya ha habido 13 acuerdos de cese el fuego entre Croacia y Serbia.
En mi opinión, mientras continúe la lucha es imposible que el proceso de negociaciones avance. Si quieren que el mundo crea en su sinceridad, los serbios de Bosnia deben entregar sus armas pesadas a las Naciones Unidas y aceptar la petición musulmana de modificar el mapa presentado en la conferencia de paz, ya que éste consagra los resultados de la campaña de depuración étnica. Asimismo, se debería establecer un tribunal internacional para juzgar los crímenes de guerra. Los responsables del genocidio en Bosnia no deben quedar impunes.
Turgut Ozal es el presidente de Turquía.
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