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Entrevista:

"Creo que me salvará la escritura"

Juan Cruz

Pregunta. ¿Cómo están sus ideas ahora?Respuesta. En este momento no están en su cumbre. Llevo una temporada bastante apagada.

P. ¿Y por qué?

R. Pues no lo sé. Son mecanismos interiores que yo no puedo controlar y que no puedo tampoco explicarme.

P. ¿Eso les pasa a los poetas?

R. Me ha pasado muchas veces en mi vida. Cuando era joven poeta me preocupaba mucho porque pensaba que había dejado de escribir. Luego siempre volvía a escribir. De manera que no me alarmaba demasiado y, además, alguna vez, pienso yo, pues se deja de escribir.

P. Ahora ya ha acabado la vida en Estados Unidos, justamente cuando Estados Unidos empieza otra etapa, y usted regresa a España. ¿Tiene una sensación de abismo?

R. Tengo una sensación un poco de extrañeza y desconcierto, pero supongo que se me pasará pronto, porque me pesaban ya las clases. Yo comencé a enseñar Literatura con mucho entusiasmo y creí descubrir ahi una vocación mía, tal vez heredada, porque mi padre y mi abuelo fueron profesores, de Pedagogía además, de manera que quizá los genes estaban ya implicados en una cuestión pedagógica. Pero es una profesión que cansa mucho, que quema, y las clases me pesaban. De manera que, por una parte, tengo una sensación de alivio y, por otra parte, pues bueno, una sensación de empezar una nueva vida.

P. ¿Qué perspectivas hay en este país para un hombre de su edad y de su profesión?

R. Bueno, yo creo que a, mí me salvará, me salvaría tal vez, o podría salvarme, la escritura. Es una actividad de la. que uno no se jubila nunca si, como te decía antes, tiene ideas. De manera que yo pienso dedicarle más tiempo a la escritura, a la lectura, pero ya sin la obligación de leer para las clases. Como siempre he leído: a mi aire y a mi gusto.

P. Nunca ha dejado del todo este país, pero ahora., cuando ya es perentoria su reincorporación, ¿cómo lo ve?

R. Lo veo muy pesimista. Hay motivos, pero tal vez el, pesimismo sea excesivo, y también noto cierta autocomplacencia en la crítica. Parece que ahora la gente se realiza señalando defectos, viendo defectos. Está muy bien señalar los defectos y denunciar las imperfecciones, pero aquí parece que se hace con un especial regodeo que me irrita un poco. Vengo de un país que es mucho más objetivo, mucho más neutral en las cuestiones de opinión, sobre todo de opinión sobre política mucho más moderado que éste: y me causa un poco de extrañeza, también un poco de irritación.

P. Cuando usted se fue, los poetas de ahora no habían dicho nada porque acababan de nacer, y ya estaban diciendo ustedes otras cosas. ¿Ha habido en la poesía española algún punto, de confluencia entre lo que ustedes estaban diciendo y lo que se dice ahora?

R. Sí, creo que lo hay. Es muy evidente que la última promoción ya establecida, a la que pertenece, por ejemplo, para citar un punto de referencia, Luis García Montero, es una generación que de alguna manera se acerca a lo que nosotros dijimos y que establece una especie de puente o línea de continuidad que la estética novísima había roto al final de los años sesenta. Ellos vuelven a establecer una especie de continuidad con lo que nosotros dijimos.

P. ¿Y en qué se podría notar esa continuidad?

R. Se puede notar en el lenguaje coloquial, en el tono, en el tratamiento de lo cotidiano. Es una poesía que trata de ser clara, con manejo de la ironía, y que es también un vehículo para el pensamiento.

P. Si es verdad que el lenguaje se contamina a lo largo del tiempo, ¿de qué contaminaciones ha vivido su lenguaje?,

R. Mi lenguaje estuvo siempre elaborado sobre el modelo del lenguaje hablado, del lenguaje coloquial. Esto no sólo ocurre conmigo, sino que pasó con Jaime Gil de Biedma, con el primer Valente, y tantos poetas de mi generación que usaron ese lenguaje como material de trabajo y era un lenguaje que aspiraba a ser menos literario y más próximo a la lengua hablada.

P. ¿Y la historia, cómo lo contaminó?

R. Hombre, la historia lo contamina todo, y una historia tan violenta, una historia tan evidente como la de la España de la guerra civil y la posguerra no tuvo más remedio que repercutir en mi poesía y en la de muchos compañeros de generación.

Vida de académico

P. Coincide su regreso con que le presentan como miembro de la Real Academiq Española. ¿Qué supone para usted, ya que todavía no se puede hablar de la elección, que tres miembros de esa casa le convoquen a sentarse entre ellos?R. Pues es, evidentemente, primero un honor y luego la posiblidad de hacer algo, porque algo podré hacer, supongo, no creo que se limite la vida de académico a sentarse en un sillón, sino que supongo que tendré algún campo de actividad posible dentro de la Academia.

P. ¿Qué es lo que un poeta puede aportar a la sociedad contemporánea en este momento?

R. El poeta puede aportar su propia experiencia, su propia visión del mundo y de las cosas, una manera de cambiar el mundo. El mundo es la realidad tal como la percibimos, como la vemos, y si la vemos de otra manera equivale a que el mundo ha cambiado. Naturalmente yo no aspiro a dejar una huella tan profunda, pero creo que el arte lo puede hacer y, de hecho, lo ha hecho siempre.

P. ¿Qué cree que ha aportado al lenguaje de la poesía española?

R. La verdad es que yo veo mi poesía mal, muy borrosamente, y no soy una persona muy segura de lo que hago.

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