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Los "homelands", un vestigio racista

Suráfrica cuenta con 10 reservas tribales sólo para negros dependientes de Pretoria

ENVIADO ESPECIALLas grandes leyes sobre las que se erigió el régimen del apartheid han desaparecido con la marcha hacia la normalización política iniciada ya hace tres años por el presidente Frederik W. de Klerk. Sin embargo, no todos los vestigios de ese pasado racista son historia, empezando por el más obvio de que la mayoría negra sigue sin tener derecho a voto. Uno de los restos que permanecen es el de los homelands, las diez reservas tribales a las que Pretoria impuso un régimen de autogobierno negro que en cuatro casos llegó a elevar a la categoría de independencia, no reconocida por ningún otro Gobierno del mundo: Transkei, Bofuzatsuana, Venda y Ciskei.

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Una tradición de repúblicas bananeras

Lucas Mangope, presidente de Bofuzatsuana, homeland más conocido por Bop, y el general golpista Oupa Gqozo, número uno de Ciskei, junto al jefe zulú Mangosuthu Buthelezi, responsable de la región autónoma de Kuazulu, son quienes más se oponen a los derroteros que llevan los planes de democratizar Suráfrica. El Congreso Nacional Africano (ANC) mantiene que no aceptará la celebración de elecciones en el país hasta que los 4 homeland independientes sean integrados en la república.La idea de los homelands nació en los años cincuenta como el corolario lógico de un régimen que pretendía establecer una Suráfrica sólo para blancos. El objetivo era confinar a los negros en áreas definidas a partir de grupos tribales, regiones que en un principio serían autóno-. mas y a las que luego se daría la independencia con el propósito de que la República de Suráfrica fuese el exclusivo hogar de la nación afrikáner, formada por los descendientes de los holandeses que desembarcaron para quedarse en la zona de El Cabo a mediados del siglo XVII.

De las 10 regiones finalmente creadas con Gobiernos marioneta dependientes por completo de Pretoria, sólo cuatro optaron por la independencia. Transkei (reservado para la etnia xhosa, a la que pertenece Nelson Mandela) ascendió a la categoría de "Estado nacional", según, la jerga de Pretoria, en 1976, después de 13 años de autogebierno.

Le siguieron Bóp (para los tsuana) en 1977, Venda (el Estado de los venda), en 1.979, y Ciskei (reservada para el resto de los xhosa), en 198 1. En total, unos 6,5 millones de habitantes. Los restantes territorios autónomos son: Gazankulu, Kuanguane, Kuandebele, Kuazulu, Leboua y Quaqua, que agrupan entre todos unos 10 millones de almas.

Suráfrica tiene una población que ronda los 38 millones. El ascenso de territorio autogobernado a Estado nacional lo decide el Gobierno de cada territorio. Buthelezi ha rechazado siempre la independencia para los zulúes, y cuando la cuadrilla gobernante en el territorio de los ndebele quiso seguir los pasos de Ciskei, se produjo una rebelión popular que obligó a abandonar la idea.

Estas áreas reservadas para los negros constituyen el 17% del territorio surafricano, están subdesarrolladas, carecen de viabilidad económica propia e históricamente se han usado como vertederos humanos de la fuerza de trabajo negra que no estaba autorizada a vivir en los guetos de las ciudades blancas.

Quaqua, por ejemplo, vio multiplicarse por 10 su población entre 1965 y 1980, con la consiguiente degradación de un territorio ya de por sí pobre y escaso. El celo con que Pretoria realizó hasta bien entrada la pasada década deportaciones de negros hacia los distintos territorios produjo tragedias persona les que se añadieron al drama de ser negro bajo el régimen del apartheid. Algunos de esos de portados están volviendo ahora a las tierras que cultivaban antes de su expulsión de la Suráfrica afrikáner para encontrárselas ocupadas y explotadas por blancos, que sólo las entregarán tras largos procedimientos judiciales.

Los Estados nacionales son tan independientes de Suráfrica como el brazo lo es del cuerpo. Hasta geográficamente carecen de sentido, con Bop fracturado en media docena de partes, alguna de ellas a centenares de kilómetros de la más próxima, y Transkei dividido en tres porciones. La dependencia de Pretoria es absoluta: capitales, mercado monetario y sistema bancario están en Suráfrica, que el pasado año fiscal les entregó 4.400 millones de rands (casi 180.000 millones de pesetas). Y de Suráfrica dependen sus comunicaciones con el exterior. Un informe publicado esta semana ha revelado que Transkei, Ciskei y Venda tienen una deuda pendiente con el Gobierno surafricano de 3.300 millones de rands (unos 130.000 millones de pesetas), deuda que jamás van a pagar. El documento también da cuenta de la caótica y corrupta administración de estos Gobiernos títere y lamenta la pasividad que ante ella muestra el Gobierno de Pretoria, si bien reconoce que tal actitud puede haber sido "políticamente correcta" para el régimen.

Ambición irracional

Bop es el único homeland que juega con la idea de convertir en realidad su independencia de Suráfrica, pero un estudio secreto realizado por el Gobierno de Frederik W. de Klerk a instancias del presidente Mangope muestra la irracionalidad de esa ambición: el 25% del presupuesto de Bop lo cubre Suráfrica como complemento a los recursos del homeland, convertido en un Estado-casino de luces brillantes, campos de golf, chicas a pelo y películas X, al que acuden los surafricanos para desahogar los instintos que todavía les veta la calvinista Administración heredera del apartheid. El presidente también confía en la explotación de las minas de platino, que hacen de Bop el único homeland que administra algo valioso.

Mangope considera que "sería la mayor de las locuras pensar que Bofuzatsuana va a entregar incondicionalmente su independencia a cambio de este plato de lentejas" de los 1.000 millones de rands, recibidos el año pasado, y sigue con su proyecto de dar a los tsuanas una identidad nacional que les empuje a exigir la independencia.

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