Una ciudad violenta, pero sin terrorismo político
Los habitantes de la ciudad de Nueva York y los miles de turistas que cada día recorren las calles de una de las urbes más visitadas del mundo están acostumbrados a afrontar a violencia de la delincuencia común, de las bandas callejeas, drogas, violaciones y catástrofes naturales, pero no están preparados para ser tan dramáticamente afectados por el terrorismo. Eso es cosa, de Belfast, de Bogotá o de Beirut, o al menos eso era lo que se pensaba hasta ahora.Todos los días se producen varios muertos en las calles por disparos -hace tan sólo 14 días seis personas fueron asesinadas en su casa en un ajuste de cuentas relacionado con el narcotráfico-, pero el último atentado terrorista con connotaciones políticas se remonta a agosto de 1977, cuando una bomba colocada por independentistas puertorriqueños mató a una persona en Manhattan. En cualquier caso, el terrorismo está relacionado con conflictos extranjeros.
La más sangrienta de las acciones terroristas ocurridas en Nueva York fue la de diciembre de 1975, cuando un paquete de dinamita depositado en una caja de seguridad del aeropuerto de La Guardia, al parecer por independentistas croatas, provocó once muertos y 75 heridos.
En enero de ese mismo año, una bomba colocada en el área de Wall Street, la misma en la que se encuentran las Torres Gemelas, causó la muerte de cinco personas. Esa acción fue reivindicada por terroristas armenios.
En el resto de Estados Unidos los actos de violencia política son todavía menos frecuentes. El último atentado Pon bomba ocurrido en la ciudad de Washington fue el que asesinó, en septiembre de 1976, al antiguo embajador chileno en Estados Unidos, Orlando Letelier. El hecho fue atribuido por el Gobierno norteamericano a los servicios de seguridad del Ejército de Chile.
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