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Tribuna
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Las razones de una campaña

Constatamos en nuestro entorno la extensión creciente de ideas y actitudes que propician, la discriminación de ciudadanos en razón de su origen étnico o nacional, religión, hábitos afectivos o condiciones físicas. En las sociedades que se consideran a sí mismas civilizadas retornan reacciones de xenofobia y racismo, que hasta hace poco nos parecían conductas propias de un pasado dejado atrás para siempre. Sin embargo, hoy se ponen en cuestión fundamentos irrenunciables de la democracia, asentada en la consideración de la igual dignidad de las personas, independientemente de sus componentes diferenciales; además, una ética, nacida de la valoración igual de los sujetos humanos, es la base para respetar, reconocer y tolerar el derecho a las diferencias. Éste brota del derecho igual de todas las personas a desarrollar libremente su propia identidad.En los últimos tiempos presenciamos más acuciadamente persecuciones y agresiones originadas en el propósito de despreciar, marginar y excluir a quienes pertenecen a colectivos minoritarios. Estos hechos son manifestación extrema de renovadas tendencias de opinión excluyentes, que, según delatan recientes sondeos, están penetrando en extensos sectores; de la sociedad española. Están adquiriendo arraigo ideas y actitudes de rechazo a determinadas minorías y a los extranjeros.

La discriminación del individuo diferente, justificada precisamente por el hecho de pertenecer a un círculo de excluidos, intelectualmente está basada en los prejuicios con los que se afronta la identidad y hábitos de específicós grupos sociales. Ideas preconcebidas, no contrastadas, aceptadas acríticamente, conducen a emitir juicios generales de carácter reprobatorio, sustentadas además en lo que se considera el sentir común. Los prejuicios utilizan como pretexto conductas singulares antisociales de determinados individuos de un colectivo, con la intención de atribuirlas apresurada e injustamente a la totalidad de sus miembros. En este proceso se generaliza lo singular, llegando a juicios universales y gratuitos del tipo los negros, los gitanos, los latinoamericanos, los homosexuales, etcétera.

Un grupo de organizaciones no gubernamentales españolas considera que la amenaza para la convivencia que significan prejuicios, estereotipos y valoraciones discriminatorias es lo suficientemente grave como para promover una campana en la opinión pública con el fin de contrarrestar los efectos perversos de estas ideas, concretadas en hechos, que en nuestro país deterioran inquietantemente la convivencia con colectivos de extranjeros y con personas de costumbres distintas. Las víctimas de la discriminación no son sólo las personas agredidas por sus ideas y conductas, sino que lo somos todos, pues la xenofobia y el racismo destruyen los valores en los que se sostiene la democracia. Es inviable la armonía entre racismo y democracia.

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La campaña, que pretende pasar a la ofensiva en la expansión de las ideas de la democracia y la igualdad, tiene corno punto central la divulgación de un spot por las cadenas de televisión, acompañado de una publicidad similar en los periódicos. Lógicamente, la forma de expresión del medio no puede ser el discurso completo acerca de la falsedad y la injusticia en las que se fundan los juicios discriminatorios, ni tampoco acerca de la superioridad moral de los razonamientos convivenciales e igualitarios. El spot confeccionado está dirigido a todos los sectores sociales, busca el difícil lenguaje de las imágenes comunes para todos. A la vez, con plástica y estética, pretende romper el círculo fatal mediante el que se construyen las generalizaciones propias de los prejuicios. Presentando personalidades de distintas etnias, creencias y condición, indiscutibles por sus valores morales, por sus realizaciones científicas, artísticas y populares, se intenta dejar en evidencia lo inconsecuente de los juicios genéricos de este tenor: "Todos los miembros de este colectivo tienen los mismos vicios, que los hacen inferiores o rechazables". Mediante la luminosidad que emiten los argumentos vivos de esos ejemplos humanos se intenta quebrar en la sensibilidad de los espectadores las inercias mentales rutinarias, que creen justificados los comportamientos discriminatorios.

A un spot publicitario no se le debe pedir demasiado. Sólo aspira a ser punto de apoyo de una campaña que únicamente será eficaz si la sociedad civil y las instituciones se alientan mutuamente para defender y fortalecer los valores morales de la libertad, la solidaridad y la igualdad en los que se asienta la democracia y que se oponen a la discriminación y al racismo. Porque, como defiende la citada campaña, todos los humanos somos dignos de un respeto.

Suscriben este texto José Antonio Gimbernat (APDHE), Ramón Muñagorri (CEAR), Antonio Gutiérrez (CC OO), Manuel J. Plaza (Cocemfe), Fernando Martos (CAVE), Antoni Such (CJE), Isabel Castro (CGL), Carmen Mestre (Cruz Roja), Rafael Ballesteros (FEUP), Pere Camps (SOS Racismo), Nicolás Redondo (UGT), Jordi Petit (coordinador de campaña).

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