La crisis enmascarada

La flamante concejal de Cultura de la nueva derecha lo ha anunciado por si a alguien le quedaba alguna duda: El Ayuntamiento no puede "despilfarrar" el dinero en "actos efímeros" de Carnaval.

A estas alturas, pocos recordarán ya los bandos del primer alcalde democrático de Madrid, cuando, por ejemplo, se refería en estas fechas a quienes "con más osadía que vergüenza, se dan a roces, tientos, tocamientos y sobos, a los que suelen ayudar con visajes, muecas, meneos y aspavientos que van más allá de lo que es lícito y tolerable". Muchos habrán olvidado el regocijo popular que provocaban.

Enterrado Enrique Tierno en 1986, hubo que esperar poco tiempo para empezar a oír que la movida madrileña fue sólo un cuento. Eso deben de pensar, sobre todo, los más jóvenes, que corren el peligro de haber vivido sólo las últimas ediciones de empobrecidos festejos para los que cada vez hay menos dinero.

Tampoco hay presupuesto para otras cuestiones, pero desde que Esperanza Aguirre ha puesto los puntos sobres las íes sabemos que la culpa no es sólo de la crisis, sino de una escala de valores en la que lo lúdico cuenta poco. Los tiempos de alcaldes ilustrados han terminado; los de las caretas, también.