El miedo está fuera
Dobrinja debió acoger tras el comienzo de la guerra a un gran número de refugiados que llegaban a través del aeropuerto del barrio de Otez y Bosnia oriental. Varios miles de fugitivos alcanzaron el barrio en una sola noche. El corredor del aeropuerto sigue siendo utilizado durante la noche por los civiles que quieren escapar del, asedio de Sarajevo o por aquellos que intentan visitar a sus familiares que todavía viven en el barrio musulmán de Butmir, al otro lado del aeródromo. Los cascos azules franceses detienen cada noche a un promedio de 400 personas que se aventuran a adentrarse por el fatídico corredor, que son devueltas a su punto de partida. Menos contemplaciones tienen los francotiradores serbios, quienen disparan a todo fugitivo que avistan desde sus posiciones en el sector ocupado de Dobrinja.No es un secreto para nadie que el corredor del aeropuerto es utilizado por los combatientes bosnios para introducir clandestinamente armas y munición desde el monte Igman a Dobrinja, aunque en cantidades mucho menores que las que difunden los serbios. "Dobrinja fue ocupado literalmente por el Ejército federal el 2 de mayo", recuerda Ismet Kapetanovic, coordinador de la ayuda humanitaria del barrio. "A partir del 17 la gente huía hacia la montaña. Poco después llegaron los chetniks, que reemplazaron a los soldados, y entonces empezó el infierno. Duró tres meses. Desde Mojmilo [barrio que domina Dobrinja] nos atacaban con tanques, morteros y todo lo que tenían. No podíamos salir de casa y comenzamos a excavar entradas por los sótanos. Vivimos como en un gueto de la Segunda Guerra Mundial. Durante mayo y junio el barrio no pudo recibir ningún tipo de ayuda. Cuando en julio se rompió la barricada entre Dobrinja y Mojmilo entraron los primeros convoyes, pero el asedio continuaba. El 80% de los conductores de aquellos camiones fueron muertos o heridos".
Ismet, como tantos otros, estuvo seis meses sin salir de barrio. "Por todo ello, la gente que sigue aquí y se niega a marcharse después de lo que ha vivido es muy sólida psicológicamente". Curiosamente, el primer día que Ismet salió del infierno de Dobrinja y vio Sarajevo experimentó una única sensación: miedo.
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