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La derecha francesa promete defender el franco y dar libertad al banco central

La derecha francesa ya tiene programa de gobierno. Si, como auguran las encuestas, gana las legislativas de marzo, la paridad del franco será defendida a capa y espada y el Banco de Francia, como su homólogo alemán, será independiente del poder político. La derecha promete luchar contra el paro, reducir el déficit presupuestario, controlar la inmigración y mejorar la seguridad ciudadana.

Desbordaban ayer confianza sus líderes al presentar el programa. Tras laboriosas negociaciones, la gaullista Asamblea para la República (RPR) y la centrista Unión para la Democracia Francesa (UDF se habían puesto de acuerdo. Coligados en la Unión para Francia (UPF), los partidos de Jacques Chirac y Valéry Giscard d'Estaing tienen casi garantizada una amplia victoria.Las últimas encuestas difundidas ayer otorgan casi el doble de votos a la coalición opositora que a los socialistas. Paris-Match publicó ayer un sondeo según el cual un 40,5% de los franceses votarían a los conservadores frente a un 21% que apoyaría a los socialistas. Otra encuesta, difundida ayer por Le Parisien otorga un 37% de las intenciones de voto a la derecha y sólo un 17,5% a los socialistas.

La coalición UPF, cuyo más firme candidato al cargo de primer ministro es Édouard Balladur, pretende enviar un mensaje a los medios financieros internacionales: la estabilidad del franco será un "objetivo prioritario" del Gobierno.

Desde la primavera, el Banco de Francia será tan independiente del poder político como lo es su homólogo alemán. Una decisión que se incluye en la lógica del tratado de Maastricht y la futura Unión Monetaria Europea.

La UPF deja en la cuneta su ultraliberalismo de los años ochenta y se declara "muy preocupada" por la lucha contra el paro y el mantenimiento de las conquistas sociales, incluido el derecho a la jubilación a los 60 años. Efectuará privatizaciones totales o parciales de numerosas empresas públicas, pero el dinero así conseguido estará destinado a absorber el déficit presupuestario y a financiar un plan de construcción de viviendas sociales e infraestructuras públicas.

Para combatir el paro, la UPF propone ese plan de viviendas e infraestructuras, la reducción de la presión fiscal sobre los particulares y las empresas, la asunción por el Estado de parte de las cargas sociales de las empresas, el desarrollo del trabajo a tiempo parcial y la promoción de la formación profesional.

Las gentes de Chirac y Giscard no abolirán el impuesto sobre las grandes fortunas, pero, en beneficio de las clases medias, atenuarán la progresividad del impuesto sobre la renta.

El control de los flujos migratorios será otro de los grandes objetivos. Sin, abolir el principio de la concesión de la nacionalidad a los nacidos en Francia, la derecha hará que ésta no sea automática.

Conceder una mayor autonomía al sistema educativo y profundizar la descentralización política son otras de las promesas de un programa calificado por los observadores de "prudente" y "pragmático", aunque "parco en cifras". La derecha es consciente de que va a gobernar en plena crisis y de sabe, además, que la vida del futuro Gabinete puede ser muy corta, justo el tiempo que le quede a François Mitterrand en el Elíseo, como máximo hasta 1995. Será un Gobierno de mera transición hasta la próxima elección presidencial.

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