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Miles de personas se manifiestan en las calles de París a favor de una Francia multirracial

Una amplia representación del París multirracial, la metrópoli mestiza de la rubia Laure, del oscuro Ahmed, del barbudo David, del negro Amadú y de la ojirrasgada Li, salió ayer a la calle para combatir, una vez más, a los que, apegados a un pasado moribundo, enarbolan las banderas del racismo y la xenofobia. Unas 20.000 personas desfilaron, como manda la tradición parisiense, entre las plazas de la República y de la Nación.

Se escuchaban tambores africanos, olía a esas salchichas magrebíes llamadas merguez, podía bailarse en clave de música rap la canción titulada Todos somos hijos de inmigrantes, confraternizaban viejos obreros comunistas, izquierdistas del 68 con las sienes plateadas, jóvenes ecologistas eufóricos por su anunciado progreso electoral en los comicios de marzo, los judíos de la Liga Contra el Racismo y el Antisemitismo, los árabes de Barbés, los africanos sin viviendas y los militantes de la Liga Antinazi llegados del Reino Unido.A diferencia de las manifestaciones similares de los últimos años, esta vez un rayo de esperanza alumbraba a. los que caminaban bajo el gris y frío cielo de París: el racismo y la xenofobia comienzan a. recular en Francia, la fiebre expresada por el ultraderechista Frente Nacional (FN) parece haber tocado techo.

"El trabajo de los últimos anos empieza a dar frutos: el FN está aislado y en los, jóvenes se ha desarrollado una poderosa conciencia antirracista", dijo a EL PAÍS Harlem Désir, ex presidente de SOS Racismo y hoy militante de Generación Ecología. Mientras caminaba en las primeras Filas de la manifestación, Désir añadió: "Ahora los gobernantes deberían atacar seriamente las razones profundas del mal fascista: el aumento del paro y la degradación de los suburbios". La batalla no está ganada, pero hay que poner al día los análisis sobre Francia.

La mayoría de los observadores políticos franceses cree que, tras una década de continuo progreso, el FN empieza a deshincharse. Las encuestas otorgan al satanizado partido de Jean-Marie Le Pen un 11% de las intenciones de voto en las legislativas del mes próximo, un porcentaje inferior al que alcanzó en las regionales de 1992 y las presidenciales de 1988.

Comparada con la Situación alemana, la francesa ofrece signos de optimismo. No se registran aquí los crímenes racistas que sacuden Alemania.. No se practican aquí los restrictivos criterios alemanes para acceder a la nacionalidad, sino que se otorga la condición de francés a cualquier niño nacido en el país. No se sigue aquí el modelo anglosajón de cada cual en su gueto, sino que se lucha por la denominada "integración republicana".

La proximidad de las elecciones planeaba sobre la marcha y Fodé Sylla, sustituto de Désir en la presidencia de SOS Racismo, lanzaba un guiño a la coalición de centroderecha que, con mucha probabilidad, se hará cargo del Gobierno de Francia a finales de marzo.

La gaullista Asamblea para la República (RPR) y la centrista Unión para la Democracia Francesa (UDF) se niegan a cualquier tipo de relación con las gentes de Le Pen y su firmeza en este asunto es una de las causas de la marginación y estancamiento de los ultraderechistas.

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