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Una madre italiana prefiere morir antes que abortar

Carla Levati, una ferviente católica de 28 años, falleció el pasado lunes de un cáncer contra el que se había negado a recibir tratamiento, con objeto de evitar danos al hijo que estaba engendrando. El niño, que ha recibido el nombre de Stefano, nació, de un parto provocado mediante cesárea, ocho horas antes de que muriera la madre. Es seismesino, pesa 650 gramos y su estado es crítico.

Carla, vecina de Albano Sant'Alessandro, un pueblo próximo a Bérgamo, tenía ya otro hijo, de 10 años. En 1987 había sido operada de un tumor maligno en el útero y los médicos e habían recomendado que no volviera a quedarse embarazada.

El pasado mes de diciembre, con motivo de exámenes relacionados con molestias que ella atribuía a su nuevo embarazo, le fue detectada la reproducción del cáncer, con metástasis. No obstante, los médicos le dijeron que podría prolongar su vida si se sometía a un tratamiento de quimioterapia que implicaría el aborto. Y la joven decidió no hacerlo. Su esposo, un carpintero de 34 años, afirma que ella le aseguró que el tumor extirpado había sido benigno y que no fue informada sobre los riesgos de un nuevo embarazo. "Habría evitado que volviera a quedarse encinta", ha dicho.

Algunos portavoces católicos italianos celebran la decisión de Carla Levati como "valerosa", y entre ellos su párroco, que señala que la Iglesia no la hubiera condenado por abortar en sus condiciones. Medios laicos destacan que la muerte de Carla es consecuencia de una pastoral católica que está a punto de elevar a los altares a Giovanna Beretta Molla, fallecida hace 25 años por dar a luz una hija.

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