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Israel corteja a las repúblicas islámicas de Asia Central

Menos de un año después de establecer relaciones diplomáticas con las repúblicas musulmanas de la antigua Unión Soviética, Israel está al punto de cosechar los primeros frutos de su visión de Asia Central. La visita, el próximo mes, del presidente de Kazajstán, Nursultán Nazarbáiev, constituirá una prueba de que Israel va ganando amigos y socios en un área mayoritariamente musulmana, y en la que, aparte de Rusia, compiten Irán, Turquía y China.

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Nazarbáiev será el primer jefe de Estado de la zona que visita Israel. El presidente israelí Haim Herzog, hizo el anuncio después de reuniones en Almá Atá la semana pasada, y la noticia difícilmente pudo ser más halagadora para empresarios y estrategas israelíes. De pronto el país se presenta como un socio extremadamente interesan te por su amplia experiencia en el crucial campo de la agricultura. Pero hay más.La visita oficial, prevista para principios de febrero marcará un hito en la política israelí en Asia Central, y proveerá un muestrario de los beneficios de la cooperación bilateral a los Gobiernos de Uzbekistán, Kirguizistán, Azerbaiyán y Tayikistán. Lo que quizá es más importante, producirá pruebas de que Israel puede hacer cómodamente negocios con naciones islámicas cortejadas por Teherán.

El recelo iraní no ha afectado el asombroso ritmo del acercamiento entre Israel y tres de las repúblicas centroasiáticas en los últimos meses. Delegaciones de Uzbekistán, Tayikistán y Kazajstán han desfilado por Tel Aviv, a menudo firmando millonarios contrato agropecuarios, industriales y de cooperación en el campo de las telecomunicaciones. Expertos en la región definen esa aproximación como "el inicio de una relación feliz y de mutuo provecho".

Kazajstán es quizá el más entusiasta promotor de un rápido giro centroasiático hacia el modelo laico que imparten sus más prósperos primos culturales y étnicos de Turquía. En mayo pasado, Nazarbáiev eligió una reunión con la plana mayor del Wall Street Journal de Nueva York para proclamar que las inversiones extranjeras y el subsiguiente desarrollo económico transformarán a su país en "una barrera para contener el integrismo islámico".

Ese es un discurso que naturalmente complace a Israel, dispuesto a recompensar esa vocación de economía liberal porque de hecho introduciría obstáculos a las supuestas ambiciones del Gobierno revolucionario de Teherán. Nazarbáiev, sin duda, será recibido con los brazos abiertos por sus nuevos amigos en Israel.

La lista de interesados en que los vínculos entre Israel y Asia Central se fortalezcan a corto plazo está aparentemente encabezada por Shoul Eisenberg, un empresario multimillonario de Tel Aviv. Según un informe de Abe Rabinovich, del diario, Jerusalem Post, Eisenberg demostró al Gobierno de Uzbekistán que los métodos israelíes de irrigación pueden aumentar en un 40% la producción de algodón. Uzbekistán es el tercer productor mundial después de China y Estados Unidos, pero el drenaje del mar Aral amenaza seriamente su futuro.

El éxito de Eisenberg en Uzbekistán le abrió las puertas de Kazajstán, donde el empresario instaló una gigantesca fábrica de maquinaria para recolección de algodón que no sólo le generará cerca de 1.000 millones de dólares anuales, sino que le abrirá un mercado impensable. En una rara entrevista, Eisenberg reveló a Rabinovich que esos equipos serán vendidos a países musulmanes que no reconocen a Israel. Naturalmente, sin la identificación de procedencia ni patentes.

Kazajstán posee enormes reservas de petróleo y gas y su valor estratégico es difícilmente igualable. Y la promesa de convertirse en una muralla para contener los avances del islam es para Israel un compromiso que merece apoyo total.

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