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La derecha gala comienza ya a preparar Gobierno convencida de que arrasará a los socialistas

La derecha francesa se reparte la piel del oso antes de cazarlo. Convencidos de que van a arrasar en las legislativas del próximo marzo, sus dirigentes han dedicado las fiestas de Navidad y fin de año a realizar consultas sobre la formación del Gabinete, que tiene muchas posibilidades de dirigir el gaullista Edouard Balladur. La presión sobre Balladur es tan fuerte que éste se ha visto obligado a pedir "modestia" y "paciencia" a sus correligionarios.

"No hay que dar la sensación de que lo que cuenta en política es atribuirse los sillones", ha declarado Balladur, que fue ministro de Economía y Finanzas en el primer Gobierno de cohabitación entre la derecha y el presidente socialista François Mitterrand, el que entre 1986 y 1988 dirigió Jacques Chirac. El hecho de encontrarse en una lista de ministrables, ha precisado, "no constituye ninguna garantía para nadie, incluido yo".Edouard Balladur es el candidato de Chirac y su Asamblea para la República (RPR) para ocupar el puesto que ahora ejerce el socialista Pierre Bérégovoy. Jacques Chirac no tiene la menor intención de repetir la, para él, dolorosa experiencia de 1986-1988, cuando François Mitterrand consiguió aplastarle políticamente. Se reserva para lo único que le interesa de veras: la próxima elección presidencial.

Los gaullistas están convencidos de que, coligados don la centrista Unión para la Democracia Francesa (UDF), de Valéry Giscard d'Estaing, van a obtener una clara mayoría en la futura Asamblea Nacional. Las encuestas atribuyen a la coalición RPR-UDF un 40% de las intenciones de voto, casi perdidos de vista por el 22% de los socialistas y el 16% de los ecologistas.

El perfecto burgués

Es Balladur el retrato perfecto del burgués francés. Nació en 1919 en la ciudad turca de Esmirna, hijo de un banquero. Es abogado, antiguo alumno de la Escuela Nacional de Administración (ENA), titular de la legión de honor, diputado por París, padre de cuatro hijos y autor de varios libros, el último de los cuales se titula Diccionario de la reforma. Regordete, de rostro redondeado, pelo escaso y plateado y modales de cardenal, Balladur es el fruto del buen comer y la educación de élite.Defensor acérrimo de una política liberal y monetarista en el periodo de la primera cohabitación, Balladur ha olfateado el cambio de los tiempos. No ha renunciado a efectuar algunas privatizaciones y sigue defendiendo la necesidad de controlar la inflación y mantener la fortaleza del franco, pero ahora hace con frecuencia la apología de "la protección social". Su deseo es la implantación de "un Estado fuerte que haga respetar la seguridad y vele para que sean garantizados los derechos sociales".

Muchos ministrables

En su salón se agolpan los ministrables. El centrista Gérard Longuet desea la cartera de Interior; sus correligionario François Leotard y Edmond Alphandéry, las de Exteriores y Finanzas, respectivamente; el gaullista Jacques Toubon se ve como un excelente ministro de Justicia; los también gaullistas Charles Pasqua y Alain Juppé compiten por Defensa. Incluso personalidades de la sociedad civil hacen correr sus nombres por los corrillos parisienses. Se habla de Pierre-Gilles de Rennes, premio. Nobel de Física, como ministro de Investigación, y del escritor Bernard-Henry Lévy como sustituto de Jack Lang en Cultura.Pero, como subraya el propio Balladur, nadie tiene una cartera asegurada. Ni tan siquiera él. En su calidad de jefe del Estado, será Mitterrand el que designará el miembro de la futura mayoría encargado de formar Gobierno. En caso de aplastante victoria de la derecha y neta ventaja del RPR frente a la UDF en la Asamblea Nacional, Balladur tiene muchas posibilidades de ser el elegido. A Mitterrand no le quedará otra opción.

El presidente socialista se prepara para esa hipótesis. Se armará, según ha anunciado, de "una gran paciencia y mucha serenidad". Sin embargo, esta vez lo tendrá 'más dificil que con Chirac. La derecha desea convertirle en un presidente dedicado exclusivamente a inaugurar exposiciones florales. Desde luego, no parece que vaya a serle fácil conseguir la meta de que Mitterrand abandone el Elíseo. El presidente da la impresión de querer cumplir hasta el final su segundo septenato, que no concluye hasta 1995, y su salud no parece resentirse del cáncer de próstata del que fue operado en septiembre.

Por eso, a poco que las urnas le den algún margen, Mitterrand propondrá otro huésped para el Hotel Matignon. Raymond Barre, que fue primer ministro de Giscard, tiene las preferencias del Elíseo. Miembro de la UDF pero en malas relaciones con Giscard, detestado por los gaullistas, Barre es un francotirador que podría intentar formar un Gabinete centrista si la victoria de la derecha, y dentro de ella de los gaullistas, no fuera abrumadora.

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