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El Papa considera la miseria en el Tercer Mundo una grave amenaza para la paz

La guerra en Bosnia-Herzegovina, y en otros focos bélicos del mundo, así como las represalias israelíes contra 415 palestinos confinados en tierra de nadie, en la frontera líbano-israelí, han sido objeto de la homilía que Juan Pablo II pronunció ayer en la tradicional misa de primero de año, en la que dedicó especial atención a la "grave amenaza para la paz" que supone la pobreza extrema de los países africanos y de Europa del Este.

El Papa ofició ayer la tradicional misa de primero de año en la basílica de San Pedro, en presencia del cuerpo diplomático acreditado ante el Vaticano. Coincidiendo con ello, la Iglesia celebró la Jornada Mundial de la Paz, una institución creada por Pablo VI en 1968, el año de la revolución del mayo francés. En 1993, dicha jornada llega a su 261 edición y se ha dedicado, en esta ocasión, a la pobreza extrema considerada como "una grave amenaza para la paz".En su homilía de ayer, el Papa retornó a los temas que actualmente más le obsesionan: la paz y la pobreza en el mundo y la guerra sin fin en Bosnia-Herzegovina.

Su beligerancia en la intervención militar en Somalia y Bosnia "por razones humanitarias", una vez agotada toda posibilidad de diálogo tal como refleja la teoría de la "guerra defensiva" que recoge el nuevo catecismo universal, no ha impedido al Papa polaco condenar nuevamente la guerra, como algo "inservible, para el bien de la comunidad humana".

Según el Papa, el año que se fue nos trajo algo positivo: el alejamiento, al parecer definitivo, de la amenaza de una guerra nuclear después de los sucesivos acuerdos sobre desarme suscritos entre Estados Unidos y la ex URSS, primero y, tras la disolución del bloque soviético, con la República de Rusia.

"Actualmente el horror de la destrucción nuclear parece haberse alejado de la Humanidad", dijo el Papa al añadir que, sin embargo, los acontecimientos en los Balcanes apuntan a que esta paz aún no se ha consolidado.

Desde la perspectiva providencialista que marca su pontificado, Juan Pablo II se muestra convencido y así lo ha expresado públicamente, de que los acuerdos de desarme son el fruto de que Dios oyese las súplicas que en este sentido se le dirigieron "durante la jornada mundial de oración por la paz", celebrada en Asís (Italia), en octubre de 1986. Por ello quiere repetir esta experiencia el próximo 9 de enero para pedir, esta vez, la paz en Bosnia-Herzegovina y en los otros focos de guerra y violencia que ensangrientan el mundo.

Bendición a Europa

Además, el Papa dedicó una bendición a la nueva Europa al pedir a los europeos que recen por el futuro de su casa común. "¡Europa, Europa! que el Señor vuelva a tí su mirada y te conceda la paz", dijo Juan Pablo II.Sobre la paz en Oriente Próximo, y las negociaciones entre árabes, palestinos e israelíes, Juan Pablo II condenó la expulsión de 415 presuntos extremistas palestinos, a tierra de nadie, entre los confines libanés e israelíes. Según el Papa, este hecho además de atentar a los derechos humanos, "atiza las discordias y alimenta aún más los conflictos".

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