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El Ayuntamiento investiga el precio por espectador de sus actividades culturales

Javier Casqueiro

La concejalía de Cultura ha vivido al margen de 1992. El Ayuntamiento ha financiado la capitalidad, incluso en mayor medida que la Comunidad, pero el edil de Cultura, Pedro Ortiz, ha mantenido el papel de díscolo oficial. En pleno recorte económico, ha encontrado el modo de que los patrocinadores privados le sufraguen sus ideas. Además, investiga el coste por espectador de cada una de sus actividades para comparar su gestión con la de otras administraciones.

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Ortiz tampoco quiere analizar los actos organizados por el Consorcio Madrid 92. Le interesa más hablar sobre lo que él mismo ha montado o sobre sus planes amte un negro futuro económico. La Concejalía de Cultura ha sido una de las peor tratadas por el recorte financiero.El capítulo 1 (personal) de los presupuestos de Cultura para 1993 será un calco del de este año. Pero el capítulo 2 (gastos de funcionamiento interno) se rebaja casi en un 50%; en concreto, el apartado de fiestas (San Isidro, Veranos de la Villa, Carnavales y Navidades) se ha recortado de 450 millones a sólo 150.

En este contexto de estrechez, Ortiz ha decidido recabar la colaboración de empresarios privados para que monten actuaciones, a cambio de ceder instalaciones municipales tan privilegiadas como los patios del Cuartel del Conde Duaue.

El concejal, además, ha implantado este año un sistema para controlar el gasto de cada. acto de su departamento. Cultura ha recabado en 1992 los datos sobre asistencia de público y presupuesto (personal y servicios) de cada una de sus instalaciones.

El objetivo es analizar el coste por cada persona que ha utilizado este servicio, y también comparar la eficacia de la gestión en cada caso con respecto a otras administraciones.

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Obsesión comparativa

El resultado final, en 1992, es el siguiente: a las 15 instalaciones o programas investigados han asistido un total de 3.366.000 personas, con la precisión de que algunas, como las bibliotecas, han podido ser utilizadas, reiteradamente. El presupuesto empleado para mantener estas actividades ha sido de 3.547.500 pesetas. Por tanto, el coste por persona asciende a 1.054 pesetas.,

"No es ni mucho ni poco. Es una foto del momento, una conclusión para medir la gestión propia en próximos anos y comparar con otros centros que hacen lo mismo", explica Ortiz.

Las exposiciones municipales suponen una media de gasto de 1.500 pesetas por persona. Cada visitante del Museo del Prado significa -con este rasero- un desembolso público escasamente superior a las 1.000 pesetas.

El coste medio en los teatros municipales (Español y Madrid) se eleva a 4.500 pesetas, pero para una actuación de la Banda Sinfónica (90 funcionarios y un auditorio muy limitado) se dispara hasta 12.000 pesetas. Cada plaza ocupada diariamente en las bibliotecas Central o Histórica se cifra en 2.500 pesetas. En cambio, en las bibliotecas de distrito, mucho más concurridas (979.000 consultas) y con menos servicios, el municipio tiene que gastar por cada lector sólo 500 pesetas.

La carestía de las actividades se establece en función de su capacidad de atraer público y de su presupuesto, pero lo que verdaderamente determina el coste es el tipo de servicio -personalizado (biblioteca, hemeroteca, videoteca, archivo); informatizado, (control en las entradas de las exposiciones), o libre (cabalgata de Reyes, actuaciones en el auditorio Tierno Galván)- que se ofrece.

Ortiz admite que 1992 ha sido un año atípico en su concejalía, aunque también reconoce que se ha beneficiado, a la hora del análisis de costes, del flujo de público generado hacia sus instalaciones (Centro Cultural de la Villa y Cuartel del Conde Duque) por actos programados y costeados por el Consorcio Madrid 92.

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Sobre la firma

Javier Casqueiro
Es corresponsal político de EL PAÍS, donde lleva más de 30 años especializado en este tipo de información con distintas responsabilidades. Fue corresponsal diplomático, vivió en Washington y Rabat, se encargó del área Nacional en Cuatro y CNN+. Y en la prehistoria trabajó seis años en La Voz de Galicia. Colabora en tertulias de radio y televisión.

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