Sin andarse por las ramas
Las ardillas del Retiro tienen los pies en el suelo. Su instinto se ha abierto paso en los árboles, pero de vez en cuando descienden para saludar a sus vecinos madrileños. Comen almendras, nueces o avellanas, y miran con envidia los chocolates de los niños. Viven en el parque desde hace cinco años, y cada vez se muestran menos tímidas, aunque siempre hay algún gamberro, incapaz de divertirse de otra forma, que las hace esquivas de nuevo con alguna broma estúpida.
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