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Un estudio esencial

Considera el articulista que con el libro editado por el profesor Viñals y sus colaboradores se ha conseguido realizar el estudio más completo y, al mismo tiempo más profundo, sobre los costes y los beneficios que comporta el mercado único europeo y la unión monetaria y económica sobre nuestra economía y nuestro aparato productivo, y, por tanto, lo considera de lectura obligada tanto para la Administración como para los empresarios y los sindicatos.

La reciente aparición del libro editado por José Viñals (La economía española ante el mercado único europeo. Alianza Economía, Madrid, 1992), uno de nuestros más jóvenes y mejores economistas, en el que también participan otros destacados economistas españoles, especialistas en distintas materias, debe servir para que todos los agentes económicos españoles hagamos una reflexión seria sobre los retos que entraña el proceso de integración europea y la forma de superarlos.Dado lo extenso del libro, en este breve artículo voy a comentar, exclusivamente, algunas de las medidas de política económica que Viñals y sus colaboradores proponen para intentar minimizar los costes y obtener beneficios del proceso de integración.

La apertura total de la economía española a la competencia europea y cuasitotal a la del resto del mundo, derivadas del mercado único, trae consigo, inevitablemente, un cambio notable en nuestra estructura productiva de bienes y servicios y, como todo cambio estructural, no está exento de costes. Estos costes son tanto de eficiencia, es decir, de pérdidas de recursos productivos, asociada con la existencia de paro y de capacidad productiva ociosa, como de distribución, es decir, derivados de que unos sectores se contraen mientras que otros se expanden. El que éstos sean mayores omenores depende fundamentalmente de dos factores.

El primero tiene que ver con el patrón de comercio que más se desarrolle en nuestro país. Cuanto mayor sea el peso relativo del comercio intraindustrial o intrafirma respecto del comercio interindustrial, menor será el coste del ajuste. El comercio intraindustrial es aquel que se deriva de la explotación de economias de escala, de alcance y de diferenciación del producto, mientras que el comercio interindustrial está basado en la explotación de las ventajas comparativas derivadas de la abundancia relativa de recursos naturales, mano de obra, capital o tecnología, entre unos países o regiones y otros.

El patrón de comercie, dominante entre los países más avanzados es el primero y, de hecho, en las relaciones comerciales españolas con el resto de los países miembros de la CE el comercio intraindustrial ya representa cerca de un 60% del total. Éste es un buen signo ya que, norrnalmente, la expansión del comercio intraindustrial o intrafirma provoca menos costes de ajuste, ya que la racionalización de la producción tiene lugar dentro de un mismo sector o de una misma empresa y es más fácil la reasignación de los recursos humanos. Por el contrario, si los cambios estructurales tienen lugar entre sectores, que es lo que ocurre con la expansión del comercio interindustrial, los costes son mucho mayores ya que se producen cierres de plantas o empresas en unos sectores determinados y, normalmente también, en unas regiones determinadas, con lo que la reasignación de recursos de capital y de mano de obra tienen que hacerse entre unos sectores y otros y unas regiones y otras, lo cual es mucho más traumático. Viñals señala, sin embargo, que aunque ya ha habido un impacto importante sobre la industria española derivado de la creciente liberalización de nuestro comercio desde 1986, aún queda por llegar, a partir de 1993, un choque adicional de tamaño similar derivado del mercado único que, indudablemente, va a conducir a nuevos flujos de capital y de trabajo entre sectores y a fuertes ajustes estructurales.

El segundo factor que puede minimizar o amplificar el coste del ajuste productivo es una consecuencia clara del anterior. Cuanta mayor sea la movilidad de la mano de obra y del capital entre sectores, menores serán los costes derivados de los cambios estructurales. Por último, cuando mayor sea el grado de flexibilidad de los salarios reales menores serán también los costes en términos de eficiencia y de distribución.

Costes importantes

Aquí los signos son, de momento, poco prometedores. Las características poco competitivas de ciertos mercados de bienes y sobre todo de servicios, las rigideces del mercado de trabajo, la rigidez de los salarios reales, la falta de profundidad de los mercados de capital y la carestía del crédito bancario hacen suponer que los costes de esta segunda avalancha competitiva pueden ser importantes.

Si a esto se le une que con el proceso de unión monetaria será cada vez más difícil aliviar los costes mediante la utilización de tipo de cambio, haciendo nuevas devaluaciones de nuestra moneda, la necesidad de una mayor flexibilidad en los mercados de trabajo y capital se hace aún más urgente.

Por otro lado, la unión monetaria, aunque se lleve a cabo dentro de varios años, empieza ya a tener efectos inmediatos ya que, de acuerdo con el Tratado de Maastricht, hemos sometido a las Cortes Españolas y a la Comisión de Bruselas un plan de convergencia que debemos de cumplir para superar las condiciones mínimas establecidas en el tratado y poder pasar a la tercera fase de la unión monetaria.

Viñals señala cuáles deben ser las medidas de política económica que deben permitirnos reducir los costes del ajuste y cumplir los requisitos de convergencia, me didas que son claramente complementarias, ya que, para converger nominalmente necesitamos estabilizar nuestros desequilibrios de inflación y déficit público, lo que nos permitirá un crecirniento económico más sostenido y cuanto mayor sea la flexibilidad de nuestro aparato productivo menos costoso será lograr dicha estabilidad. La estrategia económica debe de consistir, por tanto, en una combinación de políticas de demanda orientadas a moderar el ritmo de expansión del gasto nominal, y de políticas de oferta tendentes a mejorar la eficiencia en la asignación de recursos a través de una mayor flexibilidad de precios y salarios.

Lo primero que debe de que-dar claro es que, conforme vaavanzando la unión monetaria, se irá reduciendo cada vez más su ya pequeño margen de maniobra como elemento antiinflacionista, ya que, debe dedicarse, fundamentalmente, a mantener los objetivos del tipo de cambio. De ahí que tengan que ser la política fiscal y las políticas de oferta las que asuman un papel más destacado en la lucha contra la inflación.

En este sentido, la política fiscal debe de tener como objetivo primordial la reducción del déficit público no sólo para cumplir los requisitos de Maastriclit sino también porque es el mejor modo de reducir el ritmo de crecimiento de la demanda nominal y reducir así la inflación y el déficit exterior y, al mismo tiempo, a través de su efecto moderador de los tipos de interés, favorecer la estabilidad de la peseta dentro del Sistema Monetario Europeo (SME) y reasegurar el gasto a favor de la inversión. La tarea de reducir el déficit público no va a ser fácil ya que, de un lado, parte de los ingresos actuales de señoriaje y de menores costes por la reducción de acceso preferencial de la financiación del sector público a los mercados de capital y a los coeficientes bancarios, van a tener que desaparecer en los próximos años y, de otro, son necesarias obras importantes de infraestructura y modernización de nuestra economía.

La única forma de reducir el déficit público es, según Viñals, plantearse seriamente el papel del sector público en nuestra economía y acometer importantes reformas estructurales entre las que incluye: reformar el sistema de financiación autonómica extendiendo a las autonomías el principio de responsabilidad fiscal; racionalizar el papel del sector público en áreas como educación, sanidad, telecomunicaciones, transporte, etcétera, donde el sector privado puede ofrecer servicios similares en condiciones adecuadas, lo que además haría que aumentase la competencia y se redujese la alta inflación que existe en el sector servicios; reducir la alta evasión fiscal que afecta al 25% del IVA, más del 40% de la imposición personal y el 30% de la Seguridad Social; y, finalmente, reorientar a medio plazo el gasto público hacia la inversión reduciendo gastos de consumo sin la debida justificación económica.

Para que la moderación de la demanda nominal se traduzca principalmente, en una reducción de la inflación y no en una reducción de la actividad económica y del empleo es necesario eliminar, con medidas de oferta, las rigideces existentes hoy en los mercados de bienes, servicios y factores de producción.

El principal problema actual en algunos mercados de bienes y especialmente de servicios es la falta de competencia. Para conseguir aumentarla hay que desregular numerosas actividades, hay que reducir la presencia di-recta del sector público como productor o suministrador de servicios en ciertas áreas claves y, en general, reactivar de forma selectiva el proceso de privatizaciones.

En el mercado de trabajo, Viñals propone medidas que limen las restricciones y rigideces actuales en la demanda y oferta de trabajo. Para ello señala, por el lado de la demanda, la necesidad de moderar los costes laborales unitarios, ya que está claramente demostrado que influye favorable y proporcionalmente en aumentos de la demanda de trabajo a medio plazo. También es importante la reducción de las contribuciones a la Seguridad Social que son mayores que en otros países de la CE y que pueden estar afectando a la contención de la demanda de trabajo.

Para que los aumentos de la demanda de trabajo no generen exclusivamente aumentos de salarios, es necesaria una política estructural que mejore el grado de movilidad funcional, geográfica y sectorial de la oferta de trabajo.

Esta política de oferta de trabajo debe de incluir la disminución de los pagos de compensación por despido, la simplificación de los procedimientos burocráticos para la extinción de los contratos de trabajo y la regulación de forma menos restrictiva de los contratos temporales y de tiempo parcial. Por otro lado, hay que hacer a los parados más competitivos en su proceso de busca de empleo dotándoles de las cualificaciones que demanda el mercado, por lo tanto hay que condicionar la cantidad y/o duración del subsidio de paro a la participación del receptor en programas de reciclaje profesional y mejorar el marcado de la vivienda para aumentar su movilidad geográfica.

Es también muy importante conseguir que los salarios reales sectoriales sean lo suficientemente sensibles a las variaciones sectoriales de la productividad y a los niveles de paro, para lo que convendría descentralizar más el actual proceso de negociación salarial.

Tipos de interés bajos

Por último, en los mercados de capital hay que intentar reducir los actuales niveles de tipos de interés real que, junto con los costes laborales, están suponiendo un freno a la competitividad de las empresas. No sólo es fundamental para conseguirlo una adecuada mezcla de política monetaria y fiscal, como la señalada anteriormente, sino aumentar la competencia en los mercados financieros tanto crediticios como de renta fija y variable.

La conclusión fundamental de este importante libro de José Viñals y sus colaboradores es que de no tomarse estas importantes medidas los costes económicos y sociales de adaptación al nuevo entomo. de mayor competencia que trae consigo el mercado único van a ser muy importantes y, además, nos veremos privados del acceso a la unión económica y monetaria, con lo que quedará seriamente comprometido el futuro económico de nuestro país.

es presidente del Consejo Superior de Cámaras de Comercio y consejero delegado del Banco Pastor.

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