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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Las declaraciones de Corcuera

Grotescas y vergonzosas son las declaraciones hechas por el ministro del Interior, José Luis Corcuera, ante la Comisión de Justicia e Interior del Congreso el 9 de diciembre de 1992.Pasa a la página siguiente

Las declaraciones de Corcuera

Viene de la página anteriorComo emigrante en Ginebra, Suiza, siempre he conocido una plaza llamada familiarmente plaza de Orense durante muchos años. Asimismo, la estación de Comaviu u otros lugares públicos fueron centros de reunión de emigrantes españoles, sin que esto alterase nunca la vida ciudadana de esta ciudad ni creara ningún tipo de incidentes. Incluso la prensa suiza denomina "calle de Santiago de Compostela" a una céntrica arteria ginebrina bien conocida. En Francfort, habrá pasado lo mismo.

Cada suizo, al ser su Ejército popular y de milicias, tiene en su casa un fusil de asalto. Nunca he sabido que lo utilizasen para "escarmentar" a los emigrantes. Con eso no quiero decir que en este país no exista racismo y xenofobia. Pero nos ha acogido, nos ha dado una oportunidad y un futuro, en nuestro país negados. Lo que sí quiero decirle al ministro es que nosotros los emigrantes, en nuestra mayor proporción, sí creemos que en España existe racismo y xenofobia. La cultura de un pueblo se demuestra claramente en hechos como el de Aravaca. Y su tutor cultural, el Gobierno, algo tendrá que ver con eso.

Los ilegales: en Suiza siempre hubo una mano hermana, amiga y solidaria para los que como ilegales necesitaban sobrevivir y trabajar. Y esto todavía sucede y existe. Y nunca han pasado "cosas graves". ¡Qué vergüenza, señor ministro, me han causado sus palabras! Nos han causado.- Ginebra, Suiza.

Las declaraciones de Corcuera

A estas alturas ya conocemos la debilidad que el señor Corcuera profesa hacia la intelectualidad, como ya patentizó al denostar públicamente a los intelectuales con ocasión del debate parlamentario acerca de la popular (?) ley que lleva su nombre.Imagino que al señor ministro le dejaría frío -si es que lo leyó- el acertado ensayo de Horacio Vázquez Rial, publicado por este diario el pasado día 12, bajo el título El regreso de la Ilustración, el cual concluye vaticinando el inminente advenimiento de "un nuevo auge del pensamiento ilustrado".

Días antes de la aparición del mencionado artículo, el señor ministro arremetía -verbalmente, se entiende- contra determinados sectores progresistas de la sociedad española comprometidos en la defensa de las reivindicaciones de los inmigrantes que llegan a nuestro país. Concretamente, el señor Corcuera, llegado a un punto de su alocución, exclamó: "¡Que Dios libre a los inmigrantes de algunos de sus defensores!".

Si realmente el señor ministro fuese un convencido a las aspiraciones surgidas del Siglo de las Luces -esto es, las mismas que alumbraron las premisas consustanciales a la razón política moderna: la libertad individual y el cosmopolitismo racional- no efectuaría manifestaciones de esa índole, que, a mi modo de ver, no pueden por menos que exacerbar los sentimientos nacionalistas contra los inmigrantes y contra las organizaciones que amparan sus derechos.

Con sus declaraciones, el sefior ministro, paradójicamente, presta un flaco servicio a la democracia y a la razón, a las que, supongo, pretende servir, erigiéndose en el perfecto portavoz de la religión de Estado.

¡Que Dios libre a los españoles de algunos ministros!-

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