Hicieron diabluras
Conciertos de la Universidad Autónoma de Madrid
Orquesta Sinfónica de Madrid y Orfeón Donostiarra. Director: R. Frühbeek de Burgos. Carmina Burana de Orff y Variaciones sobre una pavana de Luis de Milán de Peris. Auditorio Nacional. Madrid, 21 de diciembre.
J. S. Bach
Misa en si menor BWV. 232. Drottningholm Barockensemble y Eric Ericson Chamber Choir. Ibermúsica. Auditorio Nacional. Madrid, 22 de diciembre.
Llegó el Orfeón Donostiarra y, como es habitual, se armó la tremolina. El paso del tiempo no les afecta. Oír al Orfeón en Carmina Burana es un espectáculo asombroso. Al personalísimo color que les distingue, se une la conjunción y empaste del conjunto; la potencia expresiva alterna con la capacidad para el matiz. Son, en canto como un equipo de 100 maradonas juntos. Sobresalen en todo: afinación, entrega, sutileza, musicalidad. Hacen diabluras. Fue también la noche de Peris. Se repuso una obra suya estrenada 30 años antes y se rindió homenaje a su maestro Carl Orff a los 10 años de su muerte.El organizador desde hace 20 años de estos ciclos de conciertos universitarios, tan importantes por su contribución a la creación de nuevos públicos, fue aplaudido con calor. Dirigió Frühbeck de Burgos a la Orquesta Sinfónica de Madrid con orden, control, poderío y dosificación. El éxito fue apoteósico.
Ayer el Drottningholm Barockensemble y el Eric Ericson Chamber Choir, dieron en el ciclo Ibermúsica un espectáculo muy distinto. Pensé en John Berger y José Jiménez Lozano mientras escuchaba la Misa en si menor de Bach. Una de dos, o estaba distraído (que a veces lo estuve y me entretuve leyendo los comentarios al programa de Álvaro Marías, tan acertado siempre en música) o la versión invitaba a pensar en propuestas artísticas diferentes y sugerentes.
En si menor
Los prestigiosos orquesta y coro suecos ofrecieron una lectura comedida, a veces monocorde, interiorizada y correctísima de la Misa de Bach. A veces saltaban chispas de emoción (el acompañamiento de violonchelo, flauta y órgano en el Benedictus) y se agradecía. Un coro estupendo, siempre en su sitio, una orquesta discreta. Decía san Juan de la Cruz que "el camino de la vida es de muy poco bullicio y negociación". Tal vez sea así, pero uno se imagina que este Bach tan poco "bullicioso", es más propio de zonas rurales que urbanas, de lugares con más tradición. Aquí gustó, por supuesto, pero no llegó a conmover con la fuerza que esta música tiene dentro.
Babelia
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