Leal al poder político
El almirante Gonzalo Rodríguez Martín-Granizo nació en León en 1928. Ingresó en la Armada 1947. Buena parte de su formación la desarrolló en EE UU, donde realizó cursos como gestión de la Defensa o Estado Mayor Naval. Quizás por este tipo de formación, siempre tuvo clara la subordinación de las Fuerzas Armadas al poder político. En 1982, año en que el PSOE llegó al poder, ascendió a capitán de navío, y dos años más tarde, en 1984, a contraalmirante.
Su destino, caracterizado por un progresivo pero lento ascenso en la carrera militar, cambió de forma radical en 1986, cuando llegó a la jefatura del Estado Mayor Conjunto y Narcís Serra, entonces ministro de Defensa, vio en él a un militar capaz de integrar a las Fuerzas Armadas en un cuerpo armónico y acabar con la mera yuxtaposición de tres ejércitos con escaso contacto mutuo. A partir de entonces su carrera fue meteórica. En diciembre de 1987 se convirtió en el primer almirante al mando de la Flota. Su último salto, en 1990, fue aun más espectacular y rupturista. La tradición imponía que la jefatura de la cúpula militar, entonces llamada Jujem (Junta de Jefes de Estado Mayor), rotara entre los miembros de los ejércitos, y entonces tocaba al Ejército de Tierra. Sin embargo, el 18 de mayo fue nombrado jefe del Estado Mayor de la Defensa (Jemad). Desde aquel puesto, Martín-Granizo tuvo que enfrentarse a la reducción del servicio -militar a nueve meses, al recorte del presupuesto de, Defensa y, sobre todo, a la guerra del Golfo, primera intervención de la España democrática en un conflicto internacional.
Miembro del Opus Dei, tenía 13 hijos -cuatro marinos- y más de 20 nietos.
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