Juan Pablo II defiende la "injerencia" en favor de los pueblos víctimas de la guerra
"La conciencia de la humanidad pide que sea obligatoria la injerencia humanitaria en situaciones que comprometen gravemente la supervivencia de pueblos y etnias enteras", manifestó ayer el Papa, al inaugurar la Conferencia Internacional de Nutrición (CIN), organizada por la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la Organización Mundial de la Salud (OMS). Edouard Saouma, director general de la FAO, también se refirió a un "deber de ingerencia" en la distribución de ayudas a las poblaciones víctimas de la guerra. La prohibición de utilizar los alimentos como arma política es, precisamente, uno de los pocos puntos controvertidos de esta conferencia.
Un mundo plagado de conflictos que aloja a 780 millones de hambrientos crónicos, que representan el 20% de la población de los países subdesarrollados, a los que se añaden 190 millones de niños de menos de cinco años -el 80% de ellos en Asia- faltos de proteínas, y más de 2.000 millones de personas carentes de elementos básicos, como yodo o hierro, es el panorama con el que desde hoy se enfrentan en Roma representantes de los Gobiernos de más de 150 países.Por primera vez, el estudio de ese problema, que se perpetúa a espaldas de todas las declaraciones vigentes sobre derechos humanos, se completa con informes sobre la otra cara de la paradoja, las graves enfermedades que la sobrealiementación provoca en los países desarrollados. Las delegaciones oficiales, muchas de ellas de nivel ministerial, y los representantes de organizaciones privadas y públicas también presentes en la conferencia aprobarán el próximo 11 de diciembre un Plan de Acción consensuado.
Paradoja de la abundancia
"Es preciso que se oigan aquí los gritos de dolor de millones de personas ante el escándalo provocado por la paradoja de la abundancia", dijo el Papa en su discurso de inauguración. "La paradoja sigue teniendo consecuencias dramáticas todos los días", añadió. "Por un lado, nos impresionan las imágenes de una parte de la humanidad condenada a morir de hambre a causa de las calamidades naturales que se agravan, de los desastres provocados por el hombre, de los obstáculos puestos a la distribución de los recursos alimentarios, de las restricciones que pesan sobre el comercio de los productos locales y privan a los países más pobres de los beneficios del mercado. Por otro, asistirnos a la negación de la solidaridad, a la destrucción de enteras cosechas, al rechazo de las transferencias de tecnología, a las condiciones que limitan las ayudas alimentarías incluso en casos de urgencia evidente".
Juan Pablo II se declaró satisfecho porque el Plan de Acción tome a la "célula familiar" como eje. Señaló que sólo en un mundo sin hambre puede ejercerse realmente "el derecho de la pareja a decidir su procreación", y pidió que la CIN -transforme los principios éticos relativos al problema del hambre en "resoluciones que adquieran fuerza jurídica, conforme al derecho internacional".
La CIN no tiene capacidad para producir resultados jurídicamente vinculantes para los Estados participantes, según el director general de la FAO, Edouard. Saourna, quien recordó los riesgos de las ayudas afimentarias, como son un "efecto negativo sobre la producción local; perpetuación profunda de los hábitos alimentarios y creación de una situación de dependencia que tiende a perpetuarse".
"Transformar los corazones"
Saourna precisó también ayer: "La gran transformación que está llamada a realizar nuestra conferencia es la transformación de los corazones, de las conciencias y de las voluntades. Ella sóla dará sentido y vida a los acuerdos de ustedes"
Hiroshi Nakajima, director general de la OMS, indicó, por su parte, que la organización que representa "se compromete a trabajar con los países en la aplicación a sus planes nacionales de acción de las líneas fijadas en la Declaración Mundial y el Plan de Acción" que aprobará la CIN. "Es cierto que, en diversos países, las actividades de nutrición no han encontrado todavía la atención que merecen", dijo Hiroshi Nakajima.
La CIN, cuyo coste global se sitúa en torno a los nueve millones de dólares (unos 1.000 millones de pesetas) eligió ayer como presidenta a la eurodiputada francesa Simone Veil, que dirigirá los trabajos a partir de mañana, lunes.
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