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Un agujero en el bolsillo

"Puesto que al menos pagamos los videojuegos, queremos saber si son positivos o negativos", dice un padre que ya ha recibido el "mandato" de su hijo de siete años para que estas navidades le compre un superjuego "que tiene su amigo del colegio" y cuyo anuncio ha visto reforzado en televisión. Probablemente, el padre, aunque con un agujero más en el bolsillo, seguirá sumido en la perplejidad a pesar de que tendrá que desembolsar una cantidad inicial que oscilará entre las 20.000 y las 35.000 pesetas.A los padres de estos niños de 6 a 12 años, que viven preferentemente en las ciudades, de clase media y media-alta (según perfil de los estudios de venta que se han hecho), les toca pagar las consolas, los ordenadores y los cartuchos en los que van los programas de juego. Una consola cuesta en el mercado entre 9.000 (las de bolsillo) y cerca de 30.000 (las superconsolas último modelo). Los cartuchos de juegos pueden costar entre 3.000 y 10. 000 pesetas, según el grado de complejidad o avance informático y de imagen incorporado al mismo.

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Negocio boyante

Bajo el sello del negocio, el sector de los videojuegos moverá 45.000 millones de pesetas sólo en España al terminar 1992. Ello supone un importante incremento, ya que el año pasado se registró una facturación de poco más de la mitad de esta cifra. Desde el punto de vista no sólo comercial, sino también educativo, los videojuegos ocupan el 40% del pastel de los juguetes en general, muy por delante de los juegos estrictamente, educativos y de mesa (un 9%) y de las muñecas (un 20%).

El sector del videojuego, que se reparten por igual de forma mayoritaria las empresas japonesas Nintendo y Sega, presenta un denominador común: su rapidísimo desarrollo, que en apenas dos años ha creado unas relaciones compulsivas de compra y de uso que no se esperaban ni siquiera quienes comercializan los productos de estas dos grandes marcas.

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