Piezas de museo
Un recorrido por las colecciones de Madrid menos conocidas
Si alguna vez tiene ganas de ver la espada del Cid, la Tizona, o el avión que llevó a Franco desde Canarias a Tetuán para dirigir el golpe de Estado, el De Havilland Dragon Rapide, o la silueta de los cocodrilos que vivían en Cataluña; si desea un día bajar a una mina, contemplar los diamantes más importantes del mundo o conocer los instrumentos rituales de una ceremonia de vudú, no tiene que salir de Madrid. La comunidad esconde pequeñas joyas y curiosidades en museos y colecciones poco conocidos y con horarios no siempre convenientes.
Una frágil vitrina de cristal separa a los curiosos de los diamantes más importantes del mundo. La protección es nula, pero en el Museo Histórico Minero donde se encuentran (Ríos Rosas, 21) nadie teme un robo porque los tentadores diamantes son falsos. La más clara competencia a los engañosos brillos es el cráneo verde de un minero vasco, que murió en una mina de cobre de Asturias. Y el verde no es falso: el cráneo, que tiene unos 2.000 años, está impregnado de malaquita.El museo posee asimismo una magnífica colección de minerales. Y para quien tenga ganas de aventura, en el jardín, posterior se abre la boca de una mina. Una larga rampa de descenso conduce a una galería que, a unos 35 metros de profundidad, corre paralela al metro de Ríos Rosas. Mina y museo sólo abren los jueves y los viernes, de diez de la mañana a una de la tarde, previa cita.
Nada mejor que las profundidades mineras para preparar el ánimo y admirar la impresionante colección de fósiles del vecino Museo Geominero (Ríos Rosas, 23). Quien dude del clima tropical que tuvo España, tiene allí la prueba: los fósiles de antecesores del cocodrilo, el jabalí y la tortuga, encontrados en Cataluña.
Y de los cocodrilos muertos a los vivos. Serpientes venenosas (entre ellas, la víbora que utilizó Cleopatra para suicidarse), tiburones, pirañas, cocodrilos y monos gremlins -que en irlandés quiere decir diablillo- se exhiben en pleno centro de la ciudad (Maestro Victoria, 8).
El orgullo de este acuario, que se jacta de ser el único en Madrid, es el monstruo de Gila, el único lagarto venenoso que existe en la Tierra. El escaso espacio de que disponen los animales, expuestos en dos plantas subterráneas, no agrada a todo el mundo.
Nobles orinales
En la misma zona, aunque sólo por la mañana, se pueden ver objetos tan variopintos como la espada del Cid, la Tizona (Museo del Ejército), o el sistema que utilizaba hace unos siglos la nobleza para aliviarse en sus viajes: lujosas carrozas con prácticos orinales incorporados para los apretones (Museo de Carruajes).Interesante asimismo es el museo del reloj Grassy (Gran Vía, 1).
Esta colección cuenta con relojes astronómicos que explican la teoría de Copérnico, modelos autómatas con puntuales carrozas y barcos que se mueven al ritmo del día sobre rinocerontes... En total, más de 200 relojes antiguos franceses, chinos, holandeses e ingleses. Entre ellos, uno de Eugenia de Montijo.
Colecciones hay para todos los gustos. Pintoresca es la colección Scout (Donados, 2),con foto de la reina Sofía vestida con el uniforme del creyente y campestre movimiento, junto a hileras de hebillas, pegatinas e insignias. 0 el Museo Ángel Nieto (parque de Tierno Galván), para forofos de quien fuera campeón mundial de motociclismo en 13 ocasiones.
Pieza reina, entre las curiosidades, es el De Havilland Dragon Rapide, que, pilotado por un británico, llevó a Franco desde Canarias hasta Tetuán. Pero quien quiera verlo tendrá que esperar. El Museo del Aire (carretera de Extremadura, kilómetro 10,5), que lo alberga, está cerrado por obras.
Y para terminar el recorrido, el solitario Panteón de Hombres Ilustres (Gayarre, 3), donde sólo yacen 13 ilustres de la historia española. Prim, Ríos Rosas, Argüelles y Canalejas son algunos de los que han conseguido mausoleo en el tranquilo claustro del Panteón. Sólo abre por las mañanas y entre semana. Y con estos horarios uno empieza a explicarse por qué pocos conocen y visitan las colecciones citadas.
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