Pedagogía
Esto de publicar las conversaciones telefónicas de los mangantes cogidos en plena elaboración de su mangancia empieza a parecerse un poco a los cursos técnicos por correspondencia e incluso a la Universidad a Distancia. 0 sea, que la gente podría empezar a estudiar en estas transcripciones cuál es el mejor método para hacerse un chorizo. Y es que, como luego parece que nunca pasa nada, los tribunales de cuentas se declaran impotentes con las filesas y que a los ladrones no se les condena, ¿por qué no aprender de la depurada técnica de estos veteranos y hacerse uno riquísimo?Y así podrían montarse cursillos generales de robo y soborno, e incluso seminarios de especialización para el último año, con licenciaturas en delitos bancarios, información privilegiada, mordida a constructoras y otras ramas. Además, los profesores podrían sacar la transcripción de sus propias conversaciones en fascículos ("Hágase usted corrupto en 20 lecciones") para popularizar así su asignatura.
Claro que yo preferiría que a los mangantes les hiciéramos presos en vez de catedráticos, porque no me gustan nada estos nuevos estudios. Leo una conversación pinchada entre Llach y Ollero en la que dicen que ni Felipe ni Guerra entran en los manejos sucios, "pero ni locos". Y que además "se avergonzarían y echarían a quien se metiera". Pues qué bien, mire usted, saberlo es un alivio. Pero, entonces, ¿por qué no actúan de una manera más tajante? ¿Por qué presenta el PSOE un recurso de amparo, cuando los que de verdad necesitamos que nos amparen somos los ciudadanos? Si Felipe y Guerra están tan asqueados como una servidora (y deben de estarlo más aún, porque algunos de los ladrones les caer.. muy de cerca), sería conveniente, e incluso edificante, que hicieran algo.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.