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Crítica:CLÁSICA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Memoria musical de un español

La Biblioteca de Música Contemporánea de la Fundación March, a través de su aula de reestrenos, acudió puntual, como siempre, a la cita en homenaje de un músico español; en este caso, Tomás Marco. Tras las palabras de Antonio Gallego, José Ramón Encinar y el grupo Koan, reestrenaron cuatro obras para conjunto escritas por Marco.Confieso cierta debilidad por la aportación ingenuista de la primera etapa del músico madrileño. Con o sin acción, está representada por obras como Jabberwocky, Anna Blume, Cantos del pozo artesiano, Küche Kinder Kirche, y Rosarosae, que hemos escuchado ahora. Es de 1968 y dice su autor que se acerca al minimalismo americano en pleno comienzo por aquellos años. (Eternal music y La tortuga, sus sueños y sus viajes, de Young, son de 1962 y 1964, respectivamente). El español no abusa del tiempo cronológico ni cae en monotonía, y su Rosa-rosae se mantiene fresca, y hasta un poco impertinente.

Aula de reestrenos

Aula de Música Española Contemporánea. Grupo Koan. Director: J. R. Encinar. Presentación: A. Gallego. Obras de Tomás Marco. ]Fundación March. Madrid, 11 de noviembre.

Albor y Arcadia, ambas de 1970, significan el pensamiento instrumental objetivo de Marco, anticipado dos años antes en ese hallazgo denominado Aura, para cuarteto de cuerda. Albor, para quinteto, nació como homenaje a Bartok y Webern, y la muerte azarosa de éste, a manos de un soldado americano, justifica el subtítulo -Noli tangere meos circolos, de Arquímedes, también muerto a mano airada por un mílite romano-.

Arcadia, para conjunto variable es una de las muchas incursiones de Marco en lo aleatorio controlado, y lleva más lejos que el quinteto la individualización instrumental que, en parte, decide la dialéctica y la forma de la obra.

Otro quinteto, el Filarmónico, de 1985, nos revela la líneal de continuidad creativa del homenajeado cincuentón, pero también el progresivo desarrollo de sus procedimientos en dirección a una mayor complejidad de ideas y de textura.

José Ramón Encinar, músico por naturaleza, expuso todas las obras con claridad analítica, con lo que compositor y público salieron ganando a la hora de la intercomunicación. Tomás Marco recogió muchos aplausos de un público interesado y heterogéneo, en unión de los siete solistas que intervinieron brillantemente en la breve pero emblemática antología.

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