Bronca ciclica
Las fuertes manifestaciones de protesta de los aficionados de la Monumental Plaza México son cíclicas. La de la temporada pasada fue en la tercera corrida en contra del juez de plaza (presidente), el matador retirado Jesús Córdoba, por no devolver un toro sin trapío que correspondió a Niño de la Capea. La de este serial fue anteayer, a la misma autoridad y con el mismo diestro salmantino, en su segundo astado, que salió sin trapío y manso. Afortunadamente, en esta ocasión, el usía regresó al cornupeta.Pero como la concurrencia estaba molesta por la desigual estampa y encornadura y el descastamiento del encierro, cualquier pretexto era aprovechado. Apareció la oportunidad en el quinto, un burel sin trapío, anovillado y carivacado. Para colmo de males, el varilarguero Brazofuerte, le pegó con saña tapándole descaradamente la salida y recorriendo caballo y toro medio anillo desde la puerta de cuadrillas, para fingir que el enemigo embestía. Entonces comenzaron los gritos de "¡Ratero, ratero!" en contra de la autoridad, a la que también dirigieron los espectadores poco cariñosos recuerdos para su progenitora por no devolver al bicho, mientras lanzaban almohadillas a la arena.
Xajay / Niño de la Capea, Silveti, Lomeli
Toros de Xajay (3º, sobrero); chicos y mansos; 2º y 3º, con recorrido. Niño de la Capea: estocada corta y otra tendida caída (silencio); estocada y rueda de peones (ovación y salida al tercio). David Silveti: media tendida y dos descabellos (ovación y salida a los medios); media tendida (silencio). Alfredo Lomeli: metisaca y estocada desprendida (silencio); metisaca, media delantera, estocada corta delantera y estocada (palmas). Monumental Plaza México, 7 de noviembre. Tres cuartos de entrada.
Niño de la Capea actuó con profesionalismo y deseos de agradar, demostrando ser un lidiador. David Silveti mostró en su primero elegancia y suavidad. Le enjaretó con aguante, pureza y finura una faena que despedía un aroma extraordinario, pues creó arte inmarcesible, que corearon con olés abiertos y prolongados 35.000 espectadores. En el quinto, ante la tremenda bronca, prefirió abreviar.
Alfredo Lomell no encontró el ritmo de la clara acometividad de su primero. En cambio, al bronco que cerró plaza y que derribó aparatosamente al picador, a base de aguantarlo, lo toreó relajado por ambos lados bajando y corriendo muy bien la mano.
Babelia
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