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En el ojo del huracán

Europa estudia en Granada el destino de los proyectos espaciales Hermes y Columbus

Hace 10 años, Europa soñaba con la autonomía en el espacio, con poder mandar hombres a trabajar en laboratorios orbitales en un transbordador propio, sin depender de las otras dos potencias espaciales, Rusia y Estados Unidos. Ahora, los proyectos tripulados se encuentran en el ojodel huracán ahorrador que afecta a la Agencia Europea del Espacio (ESA). Un gran laboratorio espacial es casi lo único que permanece de los proyectos originales.

Lo que los ministros de los 13 países miembros de la ESA estudiarán mañana y pasado mañana bajo los nombres Hermes y Columbus se parece poco a los proyectos de hace 10 años, y una parte importante de su contenido es muy probable que no sea aprobado, aunque sigan adelante ambos programas.Hubert Curien, el ministro francés que presidirá la conferencia de ministros, ya ha sido muy claro. Acuciado por la industria espacial de su país, Curien dijo el miércoles pasado en el Parlamento francés que su papel en Granada será "intentar reenfocar los problemas y evitar la dispersión del esfuerzo espacial europeo en proyectos útiles pero no urgentes, como los brazos robóticos o las escafandras espaciales", informa AFP. Todo un palo para el complejo y al mismo tiempo ambiguo programa que bajo el nombre de Hermes presenta en Granada el director general de la ESA, Jean Marie Luton, que parece tener el único mérito de ser bastante barato.

Transporte tripulado

Del año 1993 al 1995, el programa Hermes, que se inició en 1988 y se centraba en construir un pequeño transbordador, costaría ahora a los europeos unos 500 millones de ecus (unos 65.000 millones de pesetas) y se reduciría a una serie de estudios que permitirían en 1995 tomar una decisión sobre tres opciones: un vehículo de transporte tripulado a construir con Rusia, una mayor cooperación con Estados Unidos para hacer un vehículo de rescate o el desarrollo de un sistema de transporte propio europeo. En todo caso, se pondrían en marcha estudios para ciertos elementos de servicio en los vuelos tripulados, como un vehículo automático de carga. Otros elementos serían un sistema de acoplamiento automático, un brazo robótico externo y un traje espacial para astronautas.El Columbus también ha sufrido transformaciones y su coste se ha reducido, pero sólo en los años 1993 a 1995 costaría el doble que el Hermes (unos 130.000 millones de pesetas). Del proyecto original quedan el laboratorio para acoplar en la futura estación espacial que el entonces presidente Reagan bautizó en los años ochenta con el nombre de Libertad y una plataforma en órbita polar que se ha simplificado e integrado en el programa estrella de observación de la Tierra. Ha desaparecido la plataforma visitable, donde se iban a poder hacer experimentos recuperables por astronautas. El laboratorio Columbus tiene forma cilíndrica con un diámetro de 4,5 metros, una longitud de 11,8 metros y en él se pueden instalar hasta 32 experimentos sobre materiales, física de fluidos y biología.

La decisión sobre si se hace o no el Columbps es urgente porque su diseño está terminado y debe empezar a fabricarse en 1993 si se quiere acoplar a la estación Libertad en 1999. Todo ello si el nuevo presidente de Estados Unidos, Clinton, cumple su promesa electoral de apoyar la construcción de la estación, ya muy retrasada. El principal problema es que Francia no quiere renunciar al Hermes, como pretende Alemania, y seguir apoyando el Columbus, un proyecto apoyado por los alemanes.

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