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El divorcio de Londres con la CE llega a la Europa sin fronteras

España será la encargada de lograr la aplicación del Tratado de Schengen, que pretende suprimir para los ciudadanos las fronteras internas entre un grupo de nueve países de la Comunidad Europea -todos, excepto Irlanda, Dinamarca y el Reino Unido-, pero una vez más Londres y Copenhague serán los alumnos díscolos de la clase: no sólo no se incorporarán al grupo sino que han hecho sugerencias, que han sido mal acogidas, para agilizar la circulación de personas entre los miembros de Schengen y el resto de la CE.Los ministros de Schengen celebraron ayer en Madrid su primera reunión bajo una presidencia española que ha resultado lo suficientemente eficaz como para que los otros ocho miembros del grupo pidan por unanimidad a España que siga encabezándolos otros seis meses más, hasta finales de junio de 1993.

La petición colectiva pilló por sorpresa a la delegación española, encabezada por el secretario de Estado, Carlos Westendorp, que contactó con el presidente Felipe González, reunido en Consejo de Ministros, para obtener su luz verde. "Es una responsabilidad y también es un honor", dijo Westendorp halagado.

Sus colaboradores manifestaron la intención de poner toda la carne en el asador para lograr que Schengen, fundado hace siete años, entre por fin en vigor a mediados de 1993, bajo presidencia española. A partir de entonces quedarían suprimidos entre sus nueve miembros los controles fronterizos, para las personas. Los que afectan a las mercancías lo serán el 1 de enero de 1993 en el conjunto de los Doce.

Los gobiernos de Londres y de Copenhague hacen una interpretación restrictiva del Acta Única y consideran que la libre circulación sólo concierne a las mercancías y a los capitales, pero no afecta a las personas.

Dos pasillos

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Desean, sin embargo, explicó el comisario europeo Martin Bangemann, agilizar el cruce de los confines y piden a los nueve de Schengen que mantengan en sus fronteras dos pasillos, uno para la entrada de los comunitarios, en el que solo se efectuarían controles muy esporádicos, y otro para los ciudadanos del resto del mundo.

La proposición disgusta a los integrantes de Schengen por múltiples motivos pero, sobre todo, como recalcó Westendorp, porque "no resuelve el problema de la seguridad de la frontera exterior". En claro, la sugerencia de Londres no garantiza que la frontera externa de los nueve miembros del grupo no pueda ser franqueada por personas indeseables.

El grupo acogió ayer a Grecia, su noveno miembro, y su secretario de Estado para Asuntos Exteriores, Papastamkos, prometió ayer ante los periodistas que las 3.000 islas griegas no serán un coladero para introducirse en el espacio de Schengen. "Las patrullas que organizamos son muy eficaces", aseguró el responsable griego del Ministerio de Exteriores.

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