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Tribuna
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¡Bush!

No es mal chico. Es un guaperas. Ha tenido unas amantes envidiables y parece el hombre de Cáritas en Washington. Pero no, yo no puedo dar mi voto a un desertor de Vietnam para que sea presidente de un imperio que necesita Vietnam cada vez mas pequeños para ratificarse, mantener la industria armamentista y atribuirse el papel de Legión Extranjera Cósmica. ¿Cómo podría ser presidente de ese país un hombre que hizo campaña contra el imperialismo norteamericano y se fue a hacerla a Moscú? Claro que también el jefe de los banqueros españoles, el señor Leal, en 1968 pensaba que la propiedad privada es un robo, pero hay que exigir mayor pureza de sangre al emperador que al contable de una de sus provincias.En cuanto a Perot, es que me ha dejado estupefacto. ¿Cómo es posible que un multimillonario hijo del sueño americano coincida con la chusma pacifista universal echándole en cara a Bush que la guerra contra Irak fue una guerra inducida, prefabricada, mientras se fomentaba incluso el poderío yanqui como tapón del expansionismo iraní? Bastaba leer de vez en cuando comentarios de la prensa yanqui o, mucho más cerca, Le Monde Diplomatique, la revista política más decente de Europa, para saber lo que ahora proclama Perot. Pero no y mil veces no a un posible emperador que pueda ser instrumentalizado por el rojerío residual universal.

En cambio, Bush es la representación más idónea del imperio y su conciencia dominante. Crea y destruye narcotraficantes y dictadores, y mata mediante bombas inteligentes para poner en tensión los fláccidos músculos de Rambo. Ése es nuestro emperador, aunque parezca algo tardón, presente aspecto de alto empleado de pompas fúnebres y tenga una de las mujeres del mundo a las que más se les notan las ganas de quedarse viudas.

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