Un juez investiga el apaleamiento de un recluso por varios funcionarios
Un juez de Madrid está investigando el apaleamiento que sufrió el interno de Carabanchel Arsenio Miguel Encinar Velayos, de 37 años. Encinar, que padece un cuadro de esquizofrenia y trastorno delirante, fue golpeado contundentemente el pasado 27 de agosto con porras de goma. Y, una vez reducido, atado a una cama.
En la agresión participaron varios funcionarios - "tres o cuatro", según el recluso-. Entre ellos, un jefe de servicio de la sexta galería de la cárcel. Los funcionarios han admitido al juez haber golpeado y sujetado con esposas al interno, pero como única forma para "reducirlo e inmovilizarlo".
La versión facilitada al juez por el recluso, internado ahora en el hospital Penitenciario, es muy distinta. Afirma que el 27 de agosto, cuando se encontraba en su celda, varios funcionarios lo condujeron a un sótano, le rompieron la ropa y le apalearon. El parte emitido por el médico de la prisión tras el altercado revela que el interno sufrió, entre otras lesiones, erosiones en la espalda, así como contusiones en diversas zonas.
La versión oficial difiere mucho de la de Encinar. A grandes rasgos es la siguiente: un funcionario pidió al interno que abandonara su celda, que se iba a limpiar, y se dirigiera al patio. El recluso se negó. Dijo que quería ir al aula de cultura. El funcionario le contestó que es esperara media hora a que se abriera, ya que la estaban limpiando.
Según esta versión, el interno comenzó a insultar al funcionario e incluso le escupió, entre las risas de los otros reclusos. "Cómo que no me dejas ir al aula de cultura; tengo mis derechos y no me los podéis negar", asegura el funcionario que le dijo el interno, "en voz alta". También rehusó entregar su tarjeta de identidad: " ¡ Yo a ti no te doy nada, cabrón!", dijo; según el funcionario, y después se fue al patio.
"Manotazos y patadas"
Lo que ocurrió a continuación no queda muy claro en las diligencias practicadas hasta ahora. La versión oficial revela que, una vez conducido a la oficina, se negó a quitarse la ropa para el cacheo, y que empezó a dar "manotazos y patadas" al jefe de servicio, que trataba de desabrocharle la camisa. En ese momento, los funcionarios se abalanzaron sobre él.
En el escrito enviado al juez» los funcionarios admiten que tu vieron que golpearle para reducirle. Según ellos, no cejaba de dar patadas y puñetazos. Una vez esposado, fue conducido a una celda de aislamiento. El fiscal entiende que, dadas las lesiones producidas, el hecho puede constituir un delito.
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