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La revelación de las conexiones entre Mafia y política acentúa la inestabilidad de los partidos italianos

Ni la Democracia Cristiana (DC) ni el Partido Socialista (PSI) se pronunciaron ayer sobre la revelación de las conexiones mafiosas del asesinado Salvo Lima, el hombre de confianza en Palermo de Giulio Andreotti, hecha el miércoles por la fiscalía de la capital siciliana. La noticia suscitó ataques contra el antiguo primer ministro democristiano por parte de la oposición y tan silencio embarazoso en los partidos de la mayoría de Gobierno, para los que el informe de la fiscalía significa una acentuación de la inestabilidad que ya padecen.

Ni siquiera Arnaldo Forlani, copiloto democristiano -con Andreotti y el socialista Bettino Craxi- de la singladura política que condujo a los partidos del Gobierno hasta el rotundo fracaso electoral de abril, salió en defensa del antiguo primer ministro.Los jóvenes del partido pedían a Mino Martinazzoli una "guerra de liberación de los sistemas y lógicas encarnadas por personajes que hacen que nos avergoncemos de ser democristianos". Pero el nuevo secretario de la DC callaba ante unos hechos que ensombrecen aún más las perspectivas de las elecciones parciales del 13 de diciembre.

Martinazzoli se ha declarado dispuesto a todo, incluso a rebautizar la DC como Partido Popular para acortar distancias con los Populares por la. Reforma, la pujante corriente democristiana fundada por Mario Segni, que, junto al auge de la Liga Norte, representa la novedad más firme del panorama político italiano de los últimos tiempos.

También sobre el PSI, y especialmente sobre él ya discutido Craxi, pesará indirectamente la revelación de conexiones entre Mafia y política en un sistema de amplio consenso vertebrado sobre el acuerdo de socialistas y democristianos. Craxi defendió ayer su derecho y su determinación de seguir dirigiendo a los socialistas, por lo menos hasta el próximo congreso. El informe sobre Salvo Lima sí ha sido celebrado, en cambio, por Claudio Martelli, ministro de Justicia y cabeza de la rebelión socialista contra Craxi. Martelli ha hecho notar cómo, según lo declarado por los arrepentidos, la decisión de la Mafia de votar por los socialistas y radicales en las elecciones de 1987 fue adoptada como medida de presión sobre los democristianos, sin consulta previa con los nuevos destinatarios de sus apoyos en los comicios.

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