Una broma

LA DECISIÓN de los responsables docentes de la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Autónoma de Barcelona de suprimir la asignatura -optativa- de historia de España es, básicamente, una idiotez. Enric Marín, su decano, trató de justificar la supresión de la materia explicando que la historia de Cataluña se explicaría "dentro del contexto español". Segunda estupidez, puesto que no cabe imaginarla en otro contexto.Ante una noticia de estas características sólo caben el indignado desgarramiento espiritual-patriótico o la risa. Pensar que la historia secular de los pueblos, sus constantes interrelaciones e influencias mutuas, puede ser obviada por decisiones administrativas, ni siquiera explícitamente nacionalistas, o una burda síntesis de ambos conceptos, es optar por el despropósito. ¿Qué pasaría si en una facultad universitaria de Lérida decidieran explicar su historia de una forma autónoma con respecto a la catalana? ¿Y si la facultad estuviera en Mollerussa y no quisieran asumir la historia leridana? Llegaríamos, por poco que nos empeñáramos, a estudiar exclusivamente la historia del átomo. Un disparate.

Estudiar historia no es, o no debería ser, dar una visión sesgada o propagandística de ningún Estado o pueblo. Para evitarlo está el rigor, el sentido crítico e incluso el común. Con todo, el decano Marín ha conseguido introducirse en el reducido núcleo histórico -junto a Canuto I el Grande, rey de Inglaterra en el siglo XI, que ordenó parar la marea, y al comprobar que no seguía sus indicaciones, la mandó azotar- de los que apuestan por el sinsentido. Algo es algo.