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Sin intención de ofender

Los sefardíes, ahora que se cumplen 500 años de la expulsión de los judios, desean que la lengua española -por ellos conservada a lo largo de cinco siglos en tierras alejadas de su Sefarad de origen, en un prolongado acto de fidelidad a la familia y herencia hispana- sea limpiada de palabras que hieren a su comunidad."Sefarad", decía el rey Juan Carlos con motivo de su encuentro con los judíos españoles el pasado abril, "no es ya una nostalgia, sino un hogar en el que no debe decirse que los judíos se sientan como en su propia casa, porque los hispano-judíos están en su propia casa". Sin embargo, esta casa suya aún conserva, en el habla y en el mismo diccionario, muchos vocablos ofensivos y vejatorios para los judíos.

En un crucigrama de Peko (16 de septiembre), la respuesta a la definición "mala jugada, faena" resultaba la palabra "judiada". Por teléfono y por carta varios lectores, -no propiamente judíos, sino personas sensibles a las innecesarias injurias idiomáticas que sufren muchas colectividades- se quejan al Ombudsman.

El Libro de estilo de EL PAÍS manda claramente: "Nunca deben utilizarse palabras o frases que resulten ofensivas para una comunidad". Y, entre los ejemplos, señala justamente la expresión "Le hizo una judiada".

Peko se disculpa: "Constituye para mí un gran pesar haber empleado en uno de mis crucigramas una definición peyorativa para la palabra judiada. Desgraciadamente, no hay otro tipo de definición de ese vocablo en el diccionario y por ello precisamente está prohibido en el Libro de estilo". (En el diccionario sí hay otra definición, recogida como poco usual: "Muchedumbre o conjunto de judíos").

"El término se introdujo continúa el autor del crucigrama, "por necesidad de ajuste entre las docenas de palabras que entran en una cuadrícula, pero sin la menor intención de ofender a una comunidad que puede vanagloriarse de ser la más antigua de la Tierra".

Peko va más allá en su sincera excusa y propone una nueva definición. "Por los muchos padecimientos sufridos por los judíos a lo largo de la historia, judiada debería significar exactamente lo contrario: "Acción cruel e inhumana cometida contra los judíos".

La historia no se puede borrar, pero sus errores e injusticias no tienen por qué perpetuarse. Lo mejor que puede hacerse con los vocablos españoles que agravian a los judíos es archivarlos, declararlos en de suso y no volver a emplearlos. Como manda el Libro de estilo.

'Fulano de tal'

En un trabajo de Ignacio Echevarría sobre el libro de Robert Musil Ensayos y conferencias (suplemento Babelia, 26 de septiembre), en la ficha bibliográfica apareció esto: "Traducción de Fulano de Tal", así, con todas las letras. ¿Qué significa eso de Fulano de Tal? Berna Wang pregunta desde Orihuela: "¿Error?, ¿seudónimo?, ¿broma?"... Aclaremos enseguida que el traductor de Musil es José Luis Arántegui Tamayo.

En un escrito -no exento de zumba- que ha enviado a la redacción de Babelia, Arántegui, ante eso de "Fulano de Tal" en lugar de su nombre, se pregunta: "¿Será con ánimo de escarnio? Mi trabajo sería una nadería y yo un don nadie". Y más adelante dice: "Ningún columnista cultural va a ignorar que Fulano viene del árabe fulán, y eso significa tal, un oscuro cualquiera de quien se ignora linaje y cuna. Ánimo de escarnio no puede haber, pues en tal caso los que hablamos romance deberíamos considerar afrentoso llamarse Ignacio. Así que Fulano de Tal es a lo sumo redundancia, como "hijo de su padre" o de "traductor desconocido".

No fue Ignacio Echevarría, autor del artículo, quien escribió la ficha; se escribió en la sección de Confección. En el momento de redactarla sobre la pantalla del videoterminal no se sabía quién era el traductor. A efectos de la composición electrónica, y con el propósito de introducir luego el nombre, se rellenó el espacio correspondiente con ese "Fulano de Tal". Luego, en la revisión y edición final no se reparó en la falta y así se publicó.

El teléfono directo del Ombudsman es el 304 28 48.

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