Los Santos Inocentes
Se me han puesto los pelos de punta al leer, en EL PAIS del 19 de septiembre de 1992, un suelto titulado El asesinato de niños mendigos se extiende a Guatema-Pasa a la página siguiente
Viene de la página anterior
la. Lo terrible de esta noticia no es únicamente el - hecho de que tan inhumana práctica, -tolerada o fomentada por las autoridades de Colombia, Perú, Brasil y ahora Guatemala, exista en un área presuntamente católica, sino que la Santa Sede, tan'preocupada por temas como el divorcio, el aborto y los anticonceptivos, no haya dicho, que yo sepa, "esta boca es mía" ante tan horrorosos crímenes.
¿Para cuándo una denuncia, una campaña a nivel mundial por parte de la Santa Madre Iglesia para defender a estas víctimas cuyo único pecado ha sido nacer y tratar de subsistir en una sociedad hipócrita y enloquecida?
Estas criaturas, condenadas nada más aprender a andar a ganarse el sustento en la calle robando, prostituyéndose o siendo explotadas por canallas, son los nuevos mártires de nuestra época. Mártires involuntarios, inconscientes e ignotos, los Santos Inocentes.
Y yo me pregunto, ¿no seria mejor que las madres de estos pobres seres dispusieran de información sexual, de anticonceptivos capaces de impedir estas procreaciones en lugar de sentenciar a estos niños a un destino hecho de desamor, de desamparo, sufrimiento e humillación que tal vez termine desembocando en una muerte temprana a manos de policías apaleadores?
Exterminadas como perros rabiosos, cuesta creer que estas pobres criaturas sean las mismas a las que se refería el Mesías cuando dijo: "Dejad que los niños se acerquen a mí".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.