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Willy Brandt será enterrado el día 17 en el Berlín que lo convirtió en simbolo de paz

"Alemania es ahora un lugar más vacío" decía ayer la emisora de radio pública DeutschIandsfunk al comunicar la muerte de Willy Brandt. El ex canciller y premio Nobel de la Paz, de 78 años, había fallecido poco antes, sobre las 20 horas de]. jueves, en su casa de Unkel, cerca de Bonn, tras una larga batalla con un cáncer intestinal. El dirigente que devolvió la dignidad a su país será enterrado el día 17 en Berlín, en una ceremonia privada. Antes, en la ciudad que presidió como alcalde y que convirtió a Brandt en un símbolo de paz en plena guerra fría, se celebrarán los funerales oficiales.

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Toda Alemania lloraba ayer a Brandt. Entre la clase política, sin ninguna excepción, no podían escucharse más que elogios. En la Ollenhauerhaus, la central del Partido SocialdemócraLa u¡¡ Bonn, sus correligionarios no podían reprimir las lágrimas en una reunión del partido. Se había ido elpadre.En el Bundestag, el Parlamento alemán, la presidenta socialdemócrata Rita Süssmuth, con -la voz entrecortada, leía un homenaje ante una Cámara repleta, que en pie rendía homenaje al fallecido. Poco después los diputados- depositaban ramos de flores en el escaño vacío del ex canciller. Las banderas ondearon a media asta en todo el país.El canciller Helmut Kolh, que en los últimos años había llegado a establecer una espléndida relación con Brandt y al que había visitado en su casa de Unkel hace dos semanas, pero que en el pasado fue uno de sus más fieros adversarios, lo definió como "un patriota alemán, europeo y ciudadano del mundo, todo al mismo tiempo". Kolh, reflejando el sentimiento unánime de sus compatriotas, explicó que el fallecido, "con su sabiduría y experiencia de la vida, había contribuido enormemente a reconciliar a los alemanes con su historia". El canciller -se consideró "en deuda con él por sus sabios consejos especialmente en los últimos años".Todos quienes ayer se pronunciaron públicamente sobre este gran estadista y hombre contradictorio, a quien la derecha más recalcitrante de su país nunca perdonó que se exilara durante el régimen nazi y adoptara la nacionalidad noruega, coincidían en que su gran aportación a Alemania fue la de recuperar la dignidad y el respeto internacional perdido con la barbarie nazi Dieter Vogel, el sutil y diplomático portavoz del Gobierno de Bonn, indicó que se le rendía homenaje "a un representante d Alemania que consiguió el respeto político para nuestro país como muy pocos lo hicieron". Para Vogel, Brandt fue "un con vencido y modélico demócrata' y también "un político alemán muy poco habitual".Colas de condolenciaEn Berlín, donde tenía la categoría indiscutida de héroe popular, se formar on inmediatamente grandes colas antes el Ayunta miento para firmar en el libro de condolencias, mucha gente no podía retener las lágrimas. Y todo el mundo llevaba consigo un saco de anécdotas que, inevitablemente, empezaban por el mote popular con el que se le conocía cuando gobernaba la ciudad y que no era otro que Willy Brandy. Este mote se explicaba no sólo su afición por los licores sino también por su amor a la vida. El próximo viernes los berlineses han organizado una procesión de antorchas en su memoria que pasará bajo los arcos de la Puerta de Brandeburgo."Estamos en duelo por Willy Brandt", dijo Björn Englíolm, el actual presidente del SPI), a quien tuvo que convencer el propio ex canciller para que aceptara el cargo, "damos las gracias al hombre que dio orientación y esperanza a mucha gente en Europa y más allá". Para su predecesor en la dirección socialdemócrata, Hans-Joachim Vogel, "se ha ido uno de los grandes de este siglo, un hombre que ha influido decisivamente en la historia de su pueblo durante la segunda mitad de este siglo, que ha perfeccionado el desarrollo europeo y, a su vez, ganado estima en todo el mundo".

"Nuestro país es ahora más pobre", dijo el ex ministro de Exteriores, el liberal Hans-Dietrich Genscher, que fue ministro del Interior en uno de los Gobiernos de Brandt, "ya que él representaba a los otros, a los mejores alemanes, para mucha gente del mundo, especialmente para aquellos países que sufrieron bajo la ocupación alemana durante la II Guerra Mundial".

El nombre que consiguió el premio Nobel de la Paz en 1971 por la llamada Ostpolitik, la valiente apuesta de apertura al Este en los años más duros de la guerra fría, falleció alrededor de las 20 horas en su casa, un modesto chalé de uno de los clásicos pueblecitos que bordean el Rin. Llevaba meses luchando contra un cáncer intestinal, lo que no le impidió numerosas apariciones públicas hasta que la enfermedad le obligó a permanecer en su casa.

En las últimas semanas, desde que la familia admitió la veracidad de los rumores de que se le suministraba morfina para aplacar los dolores, una corte de periodistas montaba guardia frente a su residencia en espera del desenlace.

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En este último mes recibió sólo a visitantes muy especiales además del canciller KohI. El presidente del Gobierno español, Felipe González, hizo un alto en su viaje de vuelta desde Berlín, tras asistir al Congreso de la Internacional Socialista al que ya Brandt no pudo asistir, y junto con Pierre Mauroy, el actual presidente de esta organización de la que el fallecido era uno de impulsores, le rindieron una visita.

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