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El abrazo a un desconocido

El líder de la IS fue en el franquismo referencia obligada de la oposición no comunista

Se conocieron 21 años atrás, cuando Willy Brandt era canciller de la República Fe deral de Alemania y Felipe González uno de los dirigentes clandestinos de un minúsculo grupo llamado Partido Socialista Obrero Español (PSOE). Brandt, lanzó internacionalmente a su joven amigo en el momento mismo en que el general Franco se moría y estaban abiertas todas las in cógnitas para la sucesión del régimen dictatorial en España. Esa operación de prestigio internacional, acompañada de otros apoyos políticos y económicos, resultó decisiva para dar solidez a González como uno de los líderes más importantes de la transición a la democracia en España. Lo de Brandt con el actual presidente del Gobierno español fue algo más que la tan comentada relación paterno-filial.

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Brandt había sido testigo de la guerra civil española. Incluso participó en ella. Treinta y dos años después, se convirtió en canciller de la República Federal de Alemania, y desde entonces fue referencia obligada de los grupos de la oposición no comunista española en su búsqueda de salidas a la situación en España.

A diferencia de otros dirigentes, Felipe González no le habló mal de los demás, ni trató de cortar el camino a otros sobre la base de historias del pasado, sino que se presentó como un hombre en busca de soluciones y necesitado de fórmulas prácticas para el futuro. El perfil pragmático y poco conspirador de González fue lo que más apreció Brandt en el socialista español, al que conoció a finales de 1971.Primer encuentroGonzález no era ni siquiera secretario general del PSOE. Sólo formaba parte de la ejecutiva de este partido, con el exiliado Rodolfo Llopis como secretario general, a quien González estaba enfrentado. Tras el Congreso de Suresnes (1974), en el que Felipe González se alzó con la "primera secretaría" del PSOE, se produjo el primer encuentro público con Brandt, en Portugal, durante un congreso del Partido Socialista Portugués.

Pero el gran lanzamiento internacional del líder' socialista español no se realizó hasta noviembre de 1975, unos días antes de la muerte de Franco. Brandt quería hacerlo aprovechando el congreso del Parti do Socialdemócrata Alemán, que debía celebrarse en Mannheim. El Gobierno de Arias Navarro estaba dispuesto a impedirlo y retiró el pasaporte a González Brandt presionó sobre las autoridades españolas y contó con la colaboración del embajador de su país en Madrid, quien logró la intervención del entonces príncipe de España, Juan Carlos de Borbón, en favor de que ese pasaporte fuera devuelto Las presiones funcionaron: Felipe González obtuvo el pasaporte, aunque fuera limitado a un solo viaje de ¡da y vuelta.

Al observar su entrada en la sala de Mannheim, Brandt interrumpió el desarrollo del congreso y bajó a abrazarse con González. Prácticamente nadie sabía quién era el tipo moreno de la chaqueta de pana, pero el gesto bastó para que todo el congreso ovacionara al desconocido, quien gozó desde aquel momento de todo el apoyo logístico que podían prestarle los socialistas alemanes y la Internacional. Un año después, Brandt repitió el espaldarazo a González en Madrid, durante el 270 Congreso del PSOE.

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Se logró así completar la operación de lanzamiento, aprovechando el respaldo masivo de los políticos socialdemócratas más conocidos del momento, como François Mitterrand y Olof Palme. A todos les espoleaba no sólo la oportunidad histórica de construir un partido fraternal en España, sino el miedo a la instalación de un régimen comunista en Portugal. La operación fue impulsada por Brandt y apoyada por su sucesor en la cancillería de Bonn, Helmut Schm.idt, ambos decididos a emplear los esfuerzos que fueran necesarios para impedir un vacío de poder en la península Ibérica o un sistema no hornologable con las democracias europeas.

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