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Más dinero, menos prestigio

El centrocampista regresa sin haber podido triunfar en Italia y Francia

Rafael Martín Vázquez debe reflexionar que desde su salida del estadio Bernabéu, en 1990, su ficha puede haber ido a más, pero su carrera ha ido a menos. No ha tenido problemas de adaptación ni en el Torino ni en el Marsella, pero no ha triunfado. Para enmarcar y enfocar sus aventuras italiana y francesa hay que remontarse hasta la temporada 1989-1990, cuando cuajó su mejor campaña en el equipo de John Toshack, que superó el centenar de goles.

Martín Vázquez jamás había sacudido redes. Viendo como, en noviembre, seguía sin mojar, Toshack le machacaba convencido de que un centrocampista ofensivo como él debía marcar goles. Rafa respondió con 14 en la Liga. Él y Hugo Sánchez contabilizaron más de cincuenta.

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Toshack le concibió como un clásico interior izquierdo; aprovechó su compenetración telepática con Michel y Butragueño, y le hizo ver que, discrepando con Beenhakker, el primer sustituido no iba a ser siempre el 10. Todo aquello se tradujo en una confianza que no volvió a recuperar ni en el Torino ni en el Marsella ni en la selección, hasta que Clemente, hace pocas semanas, le dio una nueva demostración de fe.

En el recién ascendido Torino, al que llegó después del Mundial-90, no sólo tuvo que asimilar el papel de líder, sino que también se vio obligado a actuar dentro de los parámetros conservadores de un calcio que no vivía la orgía de goles de esta temporada. El esquema del entrenador Mondonico no era el escaparate perfecto para sus virtudes y, en cierto modo, dejaba ver sus pocos defectos.

La técnica de Martín Vázquez es un tanto curiosa. Su habilidad no se basa en tener la pelota atada a la bota, y tanto su regate como su primer toque son, a menudo, generosamente largos. Obligado a patrullar por zonas más rezagadas, esto le convirtió en un blanco asequible para el pressing del rival y permitió que tanto el técnico como el público le recriminaran unos balones perdidos en sectores comprometidos para su equipo. No era la plataforma idónea para que mantuviese su onda expansiva.

La llegada del belga Enzo Scifo al Torino tampoco favoreció su imagen. Levantada la liebre de un conflicto de personalidades, los juicios sobre su rendimiento ya no se basaban en las asistencias que había efectuado con tanta brillantez en el Madrid, sino en unas supuestas dotes de liderazgo que jamás han cuadrado con su personalidad.

Su breve trayectoria en el Marsella arroja datos ostensiblemente negativos, como el hecho de haber jugado los 90 minutos de un partido completo sólo una vez, en la segunda jornada de Liga.

Pero este Rafa que sólo juega a ráfagas es ahora víctima de una situación deportiva que pone obstáculos muy distintos a su plena integración. El mejor juego de Martín Vázquez se desarrolla desde un pasillo en la franja izquierda y su incorporación al Olímpico de Marsella huele a fichaje del presi, Bernard Tapie. Fue presentado a la afición del Olímpico como el sustituto del inglés Chris Waddle, un hombre que había deslumbrado como extremo derecho. El nuevo técnico se vio obligado a buscar fórmulas para meter su nuevo fichaje con calzador en una zona ya cubierta con zurdos como Durand, Deschamps y el hombre 10 del fútbol africano, Abedi Pelé. Podría volver a Madrid un hombre enriquecido por la experiencia, pero artificialmente empobrecido por un cúmulo de factores ajenos a su control.

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