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Tensiones en los mercados financieros

Nueva 'jornada negra' para la libra y la lira

EL PAÍSLa City londinense sufrió ayer las consecuencias de la persistente tormenta monetaria europea, por un lado, y las consecuencias de la incertidumbre política en el Reino Unido, por otro. La doble presión provocó la mayor caída bursátil desde el crash de 1987 y un nuevo salto hacia el vacío de la libra esterlina, informa Enric González. La libra perdió siete pfennings (céntimo del marco) frente al marco alemán, y cerró a 2,37 marcos, un nuevo mínimo histórico.

La libra esterlina demostró que aún no ha tocado fondo. La devaluación real de la moneda se acerca ya al 20% respecto a su antiguo valor central en el Sistema Monetario Europeo (SME), y no se percibe cuál puede ser el límite de su caída. El último soporte psicológico de 2,50 marcos quedó pulverizado el viernes, y en estos momentos ya no se hacen pronósticos: en los mercados de cambio londinenses no rige otra estrategia que la del pánico.

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La otra divisa europea que abandonó la disciplina el SME, la lira italiana, vivió también una jornada negra al situarse en su mínimo histórico frente al marco (938-942 liras), mientras que su límite de depreciación en el SME lo tenía fijado en el nivel de 820,68. Es decir, está depreciada un 24% con respecto al cambio central que tenía antes de la tormenta monetaria.

La divisa italiana perdió entre un 4% y un 5% frente al resto de las monedas europeas, según los datos indicativos del Banco de Italia, ya que el mercado de divisas italiano sigue temporalmente cerrado desde que la lira decidió salirse del SME y el banco central italiano agotó sus reservas.

Bundesbank

El Bundesbank negó de nuevo ayer que sus altos tipos de interés fueran los únicos culpables de las turbulencias de los mercados europeos y señaló que la causa fundamental eran las fuertes divergencias económicas que existían entre los Doce.

Hans Tietmeyer, el segundo del banco central alemán, declaró ayer en un discurso que las tensiones se podían haber evitado si los miembros comunitarios hubieran actuado bajo las reglas del Sistema Monetario Europeo y no se hubieran opuesto a un reajuste de las paridades.

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