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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Urnas y paz

EL HECHO más significativo de las elecciones que se han celebrado en Angola los días 29 y 30 de septiembre es la participación del 90% de los electores, indicativa de una voluntad popular de resolver los problemas pacíficamente, y no por las armas. En realidad, estas elecciones se han celebrado. en condiciones muy especiales, con los rescoldos de la guerra civil aún latentes en la vida nacional. La creación de un ejército único, con las fuerzas gubernamentales y los guerrilleros de la Unión Nacional por la Independencia Total de Angola (UNITA), de Jonás Savimbi, se produjo sólo unos días antes de los comicios. Todo ello explica que haya habido bastantes choques violentos en la campaña electoral, si bien el desarrollo mismo de las votaciones no ha dado lugar a incidentes graves, según los numerosos observadores extranjeros que lo han seguido.Es preciso recordar que el tránsito que está viviendo Angola se inscribe en un amplio proceso de transformación registrado en el último lustro en la parte suroccidental de África, proceso en el que el papel de la ONU ha sido decisivo. Después de la retirada de los cubanos de la región, del cese de las agresiones de Pretoria, de la independencia de Namibia, ahora las elecciones de Angola deben ayudar a que esa extensa zona conozca condiciones de estabilidad y de paz.

Los resultados de las elecciones parlamentarias, aun parciales, otorgan una victoria neta al partido del presidente Eduardo dos Santos, el Movimiento por la Liberación de Angola (MPLA); y ello incluso en provincias en las que UNITA ha ejercido su dominio militar. También está en cabeza Dos Santos en la elección presidencial, que le enfrenta a Savimbi. Pero, si no alcanzase más del 50% de los votos, ello exigiría una segunda vuelta, con todas las complicaciones que puede acarrear.

La superioridad electoral de Dos Santos se explica sobre todo por el hecho de que éste ha demostrado con hechos concretos su capacidad para superar la anterior línea marxista y dogmática del MPLA; y para enfocar con espíritu abierto y moderno los problemas del país, dando prioridad a la eficacia económica y tecnológica sobre la ideología. Savimbi, que fue el adelantado de la causa occidental en la etapa de guerra fría y recibió la ayuda de EE UU y Suráfrica, ha dado un giro curioso a su plataforma política: se presenta como el defensor de un racismo negro, abogando incluso por la expulsión de los blancos y mestizos de la nación angoleña.

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Así pues, es comprensible que un pueblo deseoso sobre todo de tranquilidad y de paz después de 17 años de una guerra civil que ha causado 350.000 muertos- encuentre en las posiciones del MPLA mayores garantías de estabilidad. En todo caso, todo indica que será necesario crear un Gobierno de amplia unidad nacional. Y ello incluso si el MPLA afianza su victoria en las elecciones. Tal solución de amplia unidad será imprescindible para confirmar un proceso de reconciliación que aún es frágil, y que podría sufrir graves retrocesos. La gran pregunta, con vistas al futuro, es cómo van a encajar los perdedores el resultado de la batalla electoral: y más concretamente, a la luz de los datos ya conocidos, cómo va a aceptar Savimbi su derrota.

Hay razones para la preocupación, sobre todo después de que Savimbi acusara al Gobierno de preparar un pucherazo para negarle a él la victoria e insinuara que podría volver a las armas si los resultados no reflejan esa supuesta victoria que reivindica. Es, pues, importante que los observadores de la ONU hagan públicos sin demora unos resultados plenamente garantizados, cortando así especulaciones que podrían dar lugar a nuevos incidentes armados.

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