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Un té y un dátil

Cuando los Reyes entraron en el Centro Cultural Islámico, cinco niños gordezuelos, vestidos con túnicas de un color cremoso sobre sus pies descalzos, atravesaron a la carrera la moqueta azulona de la mezquita y desaparecieron por una de las puertas. Pocos minutos después volvieron a aparecer con un pequeño recipiente dorado repleto de incienso.

Los periodistas, que esperaban pacientemente, recibieron antes de entrar unos gorros de baño, de plástico transparente, para que se los pusieran en los pies y no estropearan la impecable moqueta.

Los zapatos oscuros de don Juan Carlos y los tacones beis de la Reina llegaron sin censura hasta el centro de la perfumada mezquita. Allí, dos adolescentes, con turbantes naranjas y fajines verdes sobre las túnicas blancas, les ofrecieron un té y un dátil. Los Reyes y su comitiva abandonaron entonces la sala. Sobre la moqueta quedaba la huella de los zapatos occidentales.

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