Ricos contra pobres
"Han ganado los ricos, como siempre". La tremenda frase de Gérard Portes, 40 años bien entrados, empleado en unos grandes almacenes de París y votante comunista, era un hecho sociológico. El referéndum del pasado domingo dividió en dos mitades casi iguales a Francia, y si esta vez no rigió la ya casi extinta diferencia política entre izquierda y derecha, la aún más vieja distinción entre pobres y ricos funcionó como nunca.
A favor de Maastricht, según todos los institutos de opinión y medios de comunicación, votaron los habitantes de las ciudades y en contra, la Francia rural. Empresarios, cuadros superiores, universitarios y profesionales depositaron las papeletas del Oui; obreros, campesinos, empleados, pequeños comerciantes y artesanos fueron las tropas del non. Las regiones fronterizas con Alemania y España expresaron su convicción europeísta; las del interior apostaron por el repliegue.
"Pero las han pasado canutas", añadía con satisfacción Portes degustando una cervecita en un bar del barrio de la ópera. "Esta vez, se han hecho caca en los pantalones".
¿Qué había llevado a monsieur Portes a votar non, tal como, por lo demás, le pedía el partido? "Maastricht es una historia de banqueros. Ellos se lo guisan y se lo comen. El propio Giscard dice que esa es la Europa de derechas. Con Maastricht vamos a tener más paro, van a reducir el seguro de desempleo y todas las prestaciones sociales. Nos vamos a hundir aún más en la mierda".
'Voté por la paz"
"Yo voté por la paz". Christine Baldeweck, una joven alsaciana que estudia Farmacia en París, siguió el mismo impulso que la mayoría de sus paisanos. "¿Sabe usted que en Estrasburgo repicaron las campanas cuando se supo que el sí había ganado?", pregunta al periodista. "Sí, eso he oído, pero ¿por qué Maastricht representa la paz para los alsacianos?". "Nuestra región ha cambiado, tantas veces de manos en la historia que estamos hartos de ver desfilar ejércitos".
Christophe Varillon tampoco tiene el menor problema en contar qué voto y por qué. Técnico en una empresa cinematográfica francesa, Christophe, de unos treinta años, es muy consciente de "la amenaza" que representa la industria norteamericana. "Construir Europa", dice, "es la única manera de poder hacer frente a unos EE UU convertidos en única superpotencia mundial después de lo que ha pasado en la URSS".
¿Qué vota Cristophe en las legislativas? "Socialista y más bien próximo a Chevénément. Pero en este caso, Chevénément se ha equivocado. Tanto predicar el antiimperialismo y ahora va y se opone a la construcción de Europa. No se lo que le ha pasado a este hombre". ¿Qué es lo que hoy une al comunista Portes, la alsaciana Christine y el técnico Christophe? "Ha estado muy bien", vienen a decir los tres cuando se les pregunta por el referéndum.
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