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CRISIS EN LOS MERCADOS DE CAMBIO

Londres amenaza con no volver al SME y culpa a Alemania de la humillante caída de la libra

Enric González

El Reino Unido se aleja de sus socios europeos más de lo prometido. El pronto retorno de la libra al SME resulta altamente improbable tras las durísimas críticas que el canciller del Exchequer (ministro de Economía), Norman Lamont, lanzó ayer contra las autoridades alemanas. Lamont anunció que a partir de ahora su país, humillado por la caída de la libra, seguirá "una política económica británica y una política monetaria británica, para satisfacer las necesidades británicas".

Las declaraciones del canciller sentaron bien en la Bolsa londinense, que ayer subió de nuevo a la espera de una próxima reducción de los tipos de interés, con la que Downing Street subrayaría la desvinculación de la libra respecto a las rigideces del Sistema Monetario Europeo.Norman Lamont declaró por la mañana que el retorno a la disciplina del sistema sólo se producirá con tres condiciones: "Primero, que la calma, haya vuelto a los mercados de divisas. Segundo, y más importante, queremos tener garantías de que la política alemana, que ha causado muchas de las tensiones en el SME, sufrirá cambios y será capaz de crear un entorno más estable. Tercero, quiero hacer algunas preguntas sobre el modo de funcionamiento entre los gobiernos". La última cuestión se refería a las constantes traiciones que, desde el punto de vista británico, ha cometido el Gobierno alemán contra su compromiso de apoyar las divisas más débiles del mecanismo de cambios.

Las palabras de Lamont fueron calificadas inmediatamente de "impropias de un Ministro" por el canciller alemán, Helmut Kohl. El inusual roce diplomático es el síntoma más visible del agriamiento de las relaciones germano-británicas, excelentes hasta ahora. No menos clarificadoras fueron las manifestaciones del canciller del Exchequer cuando se le preguntó si, como había dicho Kohl, la libra volvería pronto al SME: "Tras las experiencias sufridas esta última semana, no tengo prisa por volver esta tarde, puedo asegurarlo", afirmó Lamont.

En unas posteriores declaraciones a la cadena de televisión Sky News, John Major ratificó que el retorno "no es inminente", y respaldó las críticas de su canciller contra el Bundesbank: "Algunas personas", señaló, "debían haber sabido mejor, qué estaban haciendo".

Clamor contra el SME

La relativa estabilización de la libra en los mercados, rebotando -más que flotando- entre los 2,60 y los 2,64 marcos permite al Reino Unido asistir desde fuera a las consecuencias que el referéndum francés de mañana pueda tener sobre el SME. Casi todos los analistas coincidían ayer en opinar que la libra no reingresará en el mecanismo de cambios hasta bien entrado el año próximo, como pronto, en el caso de que el SME exista para entonces.

En las filas del Partido Conservador, el clamor contra el SME es creciente. La convención anual del partido, a celebrar a principios de octubre, dedicará dos jornadas, y no una como estaba previsto, a la cuestión europea. Y las ponencias presentadas son extremadamente duras contra el SME, el Tratado de Maastricht y la unidad europea. El conjunto de la clase política británica siente como una humillación nacional el hundimiento de la libra, y el primer ministro, John Major, podría aprovechar esa marea, de descontento para imprimir un giro a su estrategia respecto al continente. Downing Street ha insistido, desde la devaluación, en que Major y Lamont mantienen el compromiso antiinflacionario como centro de su programa. Pero la palabra Europa no ha sido mencionada ni una sola vez.

La Bolsa londinense protagonizó ayer una nueva subida, debida a la convicción generalizada de que los tipos de interés británicos bajarán pronto. La opinión de los analistas se vio reforzada por los datos sobre el déficit comercial del Reino Unido: en agosto rozó ya los 6.000 millones de libras, 500 millones por debajo del límite fijado en los presupuestos. El volumen del déficit confirma que no se ve aún el fin de la recesión, y que el Banco de Inglaterra tendrá que relajar su política monetaria para atajar el creciente desempleo (casi tres millones de personas) y estimular la actividad económica.

El Partido Laborista, en el que los euroescépticos se fortalecen día a día, intentó aprovechar ayer la situación y atacó a Major y Lamont por su "derroche" en el inútil esfuerzo de mantener la paridad de la divisa frente al marco. Con la depreciación, los 10.000 millones de libras que el Banco de Inglaterra gastó en divisas extranjeras se quedaron reducidos a 9.500 (87.000 millones de pesetas menos).

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