_
_
_
_
Tribuna:CRISIS EN LOS MERCADOS DE CAMBIO
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El final de un espejismo

A la hora de enjuiciar la capacidad del Sistema Monetario Europeo (SME) para introducir mayores dosis de estabilidad en las cotizaciones de las divisas europeas entre sí, se venía poniendo en los últimos años un especial empeño en separar las dos grandes fases del mismo. En los ocho primeros años de su existencia -marzo de 1979 a enero de 1987- el SME funcionó como un mero alisador de unas oscilaciones que, en tendencia, siempre terminaban por producirse, como lo prueban los doce reajustes de paridades que tuvieron lugar en dicho periodo, prácticamente todos ellos en la misma dirección, es decir, revaluación de las monedas de inflación estructuralmente más baja y devaluación de las monedas estructuralmente débiles.Frente a dicha fase de tipos fijos pero ajustables -crawling peg-, el SME funcionó durante los últimos cinco años y medio como un verdadero mecanismo de estabilidad cambiarla sin conocer reajuste alguno de paridades, más allá del que fué técnicamente necesario cuando la lira italiana estrechó sus bandas de fluctuación en enero de 1990. De hecho, pueden considerarse escasos los episodios críticos, en esos casi seis años, en los cuales los bancos centrales de los países miembros hayan debido emplearse a fondo para mantener la mencionada estabilidad.

La fuerte crisis sufrida por el SME durante los últimos días, con devaluación inicial de la lira, posterior abandono de esta moneda y de la esterlina de la disciplina cambiarla, y devaluación de la peseta, sin duda la más grave -especialmente por lo que hace al abandono de las dos monedas citadas- de la historia del SME, convierte en un espejismo a esa época dorada de estabilidad en las cotizaciones, y saca a la luz las grandes diferencias entre los fundamentos de unas y otras monedas.

Lo dramático de la situación, y probablemente la razón -por la cual se trató de evitar, o cuando menos retrasar a toda costa el desencadenamiento de dicha crisis, radica en que esa idea de estabilidad a ultranza era precisamente una parte muy importante de los fundamentos de algunas monedas europeas, que pueden verse expuestas a un círculo vicioso: perdida la estabilidad, sus peores fundamentos les hace más proclives a presiones vendedoras, y con ello aumenta el riesgo de mayores dosis de inestabilidad.

Superar ese círculo vicioso y recuperar la confianza de los inversores extranjeros es, en caso de la peseta, el principal reto en estos primeros compases postdevaluación, para el cual cuenta con un argumento a favor y uno en contra. En el primer caso el hecho de que, comparado a la "desbandada" británica e italiana, la posición española no deja lugar a dudas sobre la propia confianza de las autoridades monetarias españolas sobre su moneda, lo cual es condición sine que non para la recuperación de la confianza externa.

Soledad de la peseta

En el lado negativo, sin embargo, hay que poderar la "soledad" en que, el abandono de la lira y la esterlina, dejan a la peseta dentro de lo que se podría denominar el contrapeso al "núcleo duro" europeo -área marco-, con el franco francés como pivote intermedio, de hecho cada vez más cercano al selecto grupo de monedas estructuralmente fuertes.El sistemático "goteo" de la peseta hacia la parte baja de su -nueva banda de fluctuación ya en la primera jornada tras la devaluación, pone de manifiesto ese riesgo de círculo vicioso a que hacíamos referencia. De hecho, el propio escudo portugués ha sido objeto de presiones vende doras, al igual que la peseta, sin hablar de la lira y la esterlina, actualmente sin obligación explícita de defensa. No cabe duda de que las dos victorias consecutivas de los especuladores contra la estabilidad monetaria europea les ha dado alas para intentar un tercer asalto cuya victoria final va a depender en gran medida de lo que ocurra en el otro factor de confianza que actualmente pesa sobre el futuro monetario en Europa, cual es el referéndum francés del domingo. Si bien los tratados objeto de consulta son independientes del SME, lo cierto es que éste no debe ser in sensible al cheque que la confianza o desconfianza en Europa re ciban en dicha consulta.

Ángel Berges Lobera es director general de Analistas Financieros Internacionales y catedrático de Economía Financiera y Contabilidad en la Universidad Autónoma de Madrid.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_