Los jóvenes y el olvido

Dicen que vivir, es olvidar, olvidar los malos tragos de la vida, olvidar pequeños percances pasajeros. En definitiva, pensar que sólo existe el hoy, olvidando el pasado y omitiendo el futuro.La vida de los jóvenes españoles deberá ser también olvidada, olvidar que somos pasto de los depuradores, olvidar aquellos sueños de libertad y prosperidad, pues hubo un tiempo en el que osamos soñar con un mayor bienestar social. Un tiempo en el cual nuestra misión era estudiar, mientras nuestros padres se rompían los riñones invirtiendo sudores y salud en el futuro de sus hijos. Hijos que por entonces, aunque ya con reservas, podíamos escoger la carrera que más nos gustaba, aquella en la que veíamos edificarse nuestras ilusiones profesionales. No deberíamos quejamos en este aspecto, ya que que los jóvenes qué hoy comienzan se debaten entre las sombras que nosotros les mostramos, pues la Universidad o las escuelas profesionales no nos enseñaron a olvidar, a olvidar a gritar, a olvidar hablar. Hay mutismo, pero no existe pasotismo, la realidad nos enmudece, pero nuestras almas gritan, gritan por no querer olvidar.

Y yo me pregunto, señores burócratas, ¿estamos aprendiendo a vivir, estamos preparados para la vida? Si olvidar es vivir, entonces no. Porque no estamos dispuestos a callar, mientras nuestro corazón sufre en el olvido en que estamos callando. Somos olvidados a la hora de realizar los programas universitarios, y somos olvidados a la hora de realizar unos presupuestos que recortan nuestro futuro, que nos meten en un embudo, en el cual cada día somos más embudo, en el que se constriñe y oprime, donde las gargantas se secan, enmudeciendo nuestras quejas. No podemos soñar, porque no podemos dormir en esa opresión, en ese ahogo. ¿Debemos olvidar también dónde estamos para poder vivir? Debemos olvidar qué existe un futuro cuando sabemos que el nuestro se está diluyendo en un recorte que acrecentará a los poseedores, mientras a nosotros, los desposeídos, aquellos jóvenes que no llegamos a luchar por la democracia, pues convivimos en ella, debemos aprender ahora, fuera de la Universidad y en un Estado democrático, que la vida es olvidar. Y nosotros somos olvidados por la vida.-